Los maravillosos años noventa. Si hay una década fundamental en el mundo de los salones recreativos, sin duda es esta. La recuerdo con mucha nostalgia porque el género de los beat’ em up alcanzó su cenit en ella. Unos benditos años en los cuales todos los arcades del mundo estaban repletos de personajes carismáticos como las Tortugas Ninja o la familia Simpson.
Era bastante frecuente encontrar juegos del género para 4 o 6 jugadores protagonizados por heróicos y divertidos seres, a menudo expertos en letales armas o maestros de las artes ninja, que usaban sus habilidades para derrotar a villanos que pretendían dominar el mundo.
Para añadir un cuarteto más de luchadores digitales contra el mal, la legendaria compañía Taito llevó a los añorados salones recreativos de todo el planeta un divertido juego llamado The Ninja Kids. Dentro del género de los beat ‘em up, nunca antes unas marionetas maestras del ninjutsu habían dado tanto juego.
En 1990, los ninjas de Taito se ganaron la simpatía de muchos jugones con una propuesta simple pero efectiva: cuatro ninjas ataviados con trajes de diferentes colores y armas, se enfrentaban al mismísimo señor del mal y sus esbirros.
El maestro de los pequeños ninjas con aspecto de marioneta les enviaba a pelear con hordas de hombres-lobo, espectros, adoradores del diablo y otros extraños seres, atravesando diferentes escenarios mientras iban liberando a los ciudadanos capturados. Los elementos clásicos de otros juegos de compañías como Capcom o Konami estaban presentes aquí: la barra de vida, los cambios de color de los enemigos al ser golpeados, los objetos para recolectar, poderes especiales y, sobre todo, mucho humor y un diseño de personajes realmente fantástico.
Su mecánica de juego (muy extendida en esos años) junto a la diversión que proporcionaba y unos simpáticos gráficos llenos de colorido y humor, consiguieron que la máquina obtuviese el beneplácito de los habituales de estos antros de ocio electrónico. Vamos a hablar ahora de algunos elementos claves de este The Ninja Kids de la mítica Taito.
Los niveles
The Ninja Kids posee siete fases con diferentes escenarios, entre los que destacan la clásica urbe (con elementos destruibles como señales de tráfico, buzones de correos, etc.), bares, edificios, un cementerio y solares de construcción entre otros.
Apartado técnico
Divertidas animaciones y efectivos sprites (que no pasan inadvertidos y además molan mucho) es lo que te vas a encontrar en este título. Mucho colorido y escenarios y situaciones que casi parecen un homenaje a otros arcades coetáneos. En cuanto a la música, estaba realizada para cumplir su función sin destacar demasiado. No era nada destacable pero sí muy correcta, como los efectos de sonido.
Los protagonistas
En nuestra lucha contra el mal, podíamos elegir entre cuatro personajes de aspecto similar pero con ligeras variaciones. Marionetas ninjas que recordaban un poco a las famosas creaciones del genial Jim Henson y que podíamos distinguir por las distintas armas que usaban, sus particulares poderes y por los colores de su traje; como podéis apreciar en este folleto promocional de la época en el que no falta la socarrona frase con irónicas referencias a otros juegos del género.
Además de su control sobre el arte del ninja y el dominio de un arma concreta, nuestros héroes dominaban cada uno un poder de la naturaleza. Si pulsabas los dos botones (salto y patada) a la vez, invocábamos el llamado «Ninja Power». Hanzo, el ninja azul, poseía el poder del agua. Sasuke, el ninja amarillo, el del viento. Akame, el ninja rojo (y experto en shurikens) tenía el poder del fuego. Y por último, Genta (el ninja ataviado de verde) era dueño del poder de la tierra.
El uso de este poder especial era limitado, obviamente, y debíamos elegir bien cuando usarlo para no desperdiciarlo en mitad de un combate trivial. Lo ideal era conservarlo para esos enemigos más complicados que nos daban algunos quebraderos de cabeza.
Los seguidores de Satán
Los enemigos eran de lo más extraño que te podías echar a la cara. Además de los clásicos pardillos de barrio, en nuestra particular odisea demoníaca nos encontrábamos con estrafalarios personajes (a cada cual más extraño) con los que debíamos enfrentarnos. Entre los más raros, recuerdo que estaban «playboys musculosos con gafas de sol», gordos mafiosos que se hinchaban cual balón de playa o encapuchados con antorchas que daban pavor por su similitud con el KKK. Y para terroríficos, los jefes de nivel. Todo un derroche de imaginación de los que ya no se ven con frecuencia en el mundo del videojuego (mención especial para el final boss del juego, el mismísimo Satanás).
Conclusiones
No sabría decir exactamente por qué le tengo tanto cariño a esta recreativa, sinceramente. Podría decir que la nostalgia y los momento vividos en ella no tienen precio. Bueno, sí, pero no recuerdo la cantidad de monedas que pude arrojar dentro de esta gran recreativa. Decir que el juego está disponible en la primera entrega del recopilatorio Taito Legends (PlayStation 2, Xbox Original) y (como no) en su versión arcade para Mame32 listo para ser disfrutado en cualquier ordenador. A día de hoy, el juego se disfruta muchísimo y casi no ha perdido frescura. Además, recordad que son Marionetas Ninjas contra secuaces de Satanás… ¿Qué más se puede pedir?