"Una misteriosa organización ha creado al guerrero definitivo pero las cosas no han salido como esperaban. Ahora, camina ahora libre por Tokio y ha decidido vengarse de aquellos que le quitaron su humanidad..."

Año 1985. Un joven japonés llamado Masaomi Kanzaki debuta como profesional en el mundo del cómic con una serie de historias cortas para la revista Young Sunday (en aquel entonces conocida como Boy’s Big Comics). Tenía tan sólo 21 años y ya prometía bastante, sobre todo gracias a su estilo duro y detallista pero a la vez cómico en determinados momentos.

Apasionado de la ciencia-ficción y el Rock duro, a finales de los ochenta (aunque aquí nos llegó ya comenzados los años noventa de la mano de Planeta-Agostini Comics y Viz Comics) creó la que posiblemente es su obra más representativa dentro del manga: Xenon, Heavy Metal Warriors.

La obra más conocida de Masaomi Kanzaki
«¡Ya puedo recordar! ¡Ellos me hicieron diferente!»

La serie (un shōnen también conocido como Bio Diver que en su primer volumen se componía de once números) era una oda a la sci-fi y al futurismo. Estaba llena de todos los tópicos de las obras de este estilo. Empezando por su protagonista, Asuka Kano, un joven que pasa de llevar una vida normal y aburrida (lidiando con los problemas característicos de un estudiante de instituto) a convertirse en el arma definitiva por culpa de una misteriosa organización militar con fines oscuros para la humanidad.

Asuka Kano

La premisa es, como veis, muy sencilla y parte de un concepto que hemos visto repetido miles de veces no sólo en los cómics sino en multitud de formatos afines (anime, series de TV con actores reales o películas) y además, al ser muy hija de su tiempo, no ha envejecido demasiado bien. Pero ello no es óbice para que en su momento enamorara a muchos y aún hoy día sintamos especial cariño por ella (sí, la nostalgia es muy mala, lo sé). Este fue uno de mis mangas favoritos de toda esa hornada que llegó a España en los noventa. En aquellos días, los chavales de mi edad no éramos muy exigentes con el guion y nos gustaban este tipo de historias llenas de acción a raudales (el que diga que en su momento no disfrutó como un loco con los Youngblood de Rob Liefeld o los X-Men de Jim Lee, miente como un bellaco).

Publicada en inglés por Eclipse International, funcionó bastante bien en nuestro país. Las historias de adolescentes frustrados y rebeldes de los colegios japoneses que suelen afrontar los fracasos y las pérdidas casi siempre de la misma manera y que están ambientadas en entornos que se tornan beligerantes, mezcladas con conspiraciones dirigidas por perversas figuras en la sombra (véase el caso del líder enigmático cuyo brazo ejecutor es el hombre llamado Tono) eran del agrado del público de los noventa e incluso de los propios mangakas. Y la historia de X-777 (el alter ego de Asuka Kano, nuestro protagonista amnésico con armadura xenoica que acaba por recuperar la memoria y rebelarse contra los responsables de su metamorfosis) no iba a ser la excepción.

el guerrero heavy metal

Como digo, casi todo lo que nos gustaba de la época estaba presente en este manga: mercenarios, cyborgs, tipos con exo-esqueletos de combate, un protagonista que pasa de ser un chico débil que sufre acoso escolar a transformarse en un supersoldado justiciero (una idea que a día de hoy sigue funcionando, para qué engañarnos), Sonoko, una chica guapa que se enamora de él y cuyo árbol genealógico esconde algún secreto que tiene que ver con la trama, el alivio cómico (no sé hasta que punto era su nombre original pero aquí lo conocimos con el nombre de Risa, lo cual no deja de ser irónico), un primer rival con el que medir fuerzas (el sujeto 204), un matón escolar que va de duro pero que tampoco lo es tanto y al final es hasta buena gente (Ryuji Goda) y, como no, una organización secreta envuelta en un halo de misterio que es la responsable del programa Xenon y el desencadenante de toda la historia. ¿Estamos ante un manga indispensable? ¿Una obra capital? Evidentemente no, pero si lo leíste en su día y te encandiló seguro que ahora mismo no le harías ascos a una reedición en un formato decente.

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