O lo que es lo mismo, la genial segunda parte de la franquicia Crime Fighters.Conocida como ‘Vendetta‘ por estos lares, es una recreativa absolutamente genial y uno de mis juegos favoritos de todos los tiempos. Recuerdo cuando era pequeño y cada fin de semana iba a gastar monedas de 25 pesetas como un poseso a la bolera de mi ciudad natal (dado que era uno de los pocos sitios donde tenían la máquina) y me pasaba horas allí, lidiando con la fauna local hasta que se me hacía de noche y tenía que volver a casa en bus. Recuerdos impagables que vuelven a mi mente cada vez que uso el Mame 32 para disfrutar de un rato de tollinas de calidad. De esas que, por desgracia, ya no se encuentran en los videojuegos actuales.

Este beat ‘ em up de Konami era un auténtico vicio, así que ya iba siendo de que le dedicara un hueco en esta sección. Reconozco que, a pesar de que es un arcade espectacular, no llega a la excelencia del grandioso Final Fight y queda un poco por debajo del no menos mítico Streets of Rage en lo que a carisma se refiere pero no cabe duda de que es un clásico imprescindible del género que nadie debería perderse.

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Y es que Vendetta era de este tipo de arcade que lo tenía todo para enganchar al jovenzuelo de la época. Guiños claros a iconos televisivos de aquellos años, mecánica de juego muy bien construida (pese a repetir el esquema clásico de siempre) y sacos y sacos de tollinas made in konami de esas que tanto gustaban al personal. Tenía muchas grandes virtudes, como por ejemplo sus gráficos, una excelente banda sonora y una jugabilidad que enganchaba sobremanera, gracias sobre todo a los formidables movimientos de los personajes.

Vendetta no destacaba por su originalidad (ni mucho menos) pero todo lo que ofrecía estaba tan bien hecho que no te quedaba más remedio que rendirte a sus pies. Poniéndonos en la piel de un miembro de ‘Los Cobras’, teníamos que barrer la ciudad y acabar con la amenaza de una banda criminal liderada por una mente criminal llamada Faust. Para poner al personal en situación, podíamos escoger entre cuatro luchadores de apariencia chulesca, cada uno con sus peculiaridades, que paso a recordar: Boomer (el típico rubio yankee experto en diversas artes marciales), Blood (el afroamericano que no pierde sus gafas de sol por más golpes que reciba), Sledge (una parodia más que evidente del popular personaje B.A. Barracus de El Equipo A) y, finalmente, Hawk (un claro homenaje a Hulk Hogan, el legendario luchador de wrestling). Una vez escogido personaje, estábamos dispuestos a lanzarnos a las calles para liarnos a mamporros (solo o con amigos) contra los malotes de turno y rescatar a la guapa Kate, la sempiterna damisela en apuros.

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Efectivamente, amigos. Nada nuevo bajo el sol pero, de algún modo, la magia estaba ahí (al igual que ocurría con el excelente Mutation Nation de Neo Geo) y repitiendo clichés hasta la saciedad Vendetta lograba hacerse un hueco en nuestros corazones. Recuerdo «pasarlo teta» con este juego y la razón más evidente es que todos los elementos que buscaba en ese momento estaban presentes en él. Podías recoger armas del suelo como neumáticos, cubos con los que cegar a tus adversarios, botellas, sacos de cemento o bates con pinchos con los que estampar contra la pared a los enemigos. Enemigos, entre los que estaban las típicas prostitutas de pelo colorido, perros asesinos, punkies con cadenas y rockeros con chupa y tupé que avanzaban hacia nosotros con la idea de hincharnos a sopapos, entre otros. Huelga decir que el famoso ítem del «pollo asado» que repone energía no podía faltar en este desfile de topicazos del videojuego que amamos sin remisión. Además, contaba con un fantástico diseño de niveles y escenarios. Mención especial a esos jefes finales de aspecto rocambolesco como Buzzsaw Bravado ó Missing Link (desternillante personaje y uno mis final bosses favoritos). Era un juego endiabladamente divertido y, repito, estaba realmente bien hecho.

¡Cuánto ha llovido desde que Konami era, junto con Capcom, uno de los más importantes titanes del píxel y del vicio videojueguil! ¡Cuántas anécdotas tenemos grabadas a fuego de aquellos años! Y ya que hablamos de anécdotas, ¿recordáis a los viciosos enfundados en cuero que se enganchan a nuestras piernas de manera lasciva cual perretes? Sin duda, un divertido recuerdo que siempre sale en las conversaciones sobre los gloriosos salones recreativos. Por cierto, que este hecho sólo ocurría en la versión americana, ya que en la edición nipona el comportamiento de estos esbirros con pinta de parroquianos de La Ostra Azul fue censurado. En definitiva, un estupendo beat ‘em up de una compañía clave de la industria que merece estar en este blog por todos aquellos grandes momentos que a buen seguro hizo pasar a más de uno. Podría estar horas y horas hablando de este magnífica recreativa noventera, toda una oda al género que me sigue gustando tanto o más que entonces. Y, sobre todo, podría estar horas y horas jugando sin cansarme. Si no disfrutaste en su momento de esta maravillosa secuela, nunca es tarde para enfundarse los vaqueros, atarse bien las Converse y repartir con estilo.