En esta ocasión viajo al pasado para hablaros en la web de una colección muy especial de un controvertido artista que, pese a ser duramente criticado por muchos seguidores del mundo del cómic, logró labrarse una gran base de fans en los convulsos años noventa y, por increíble que parezca, a posteriori llegó incluso a influenciar a un nutrido grupo de jóvenes talentos que se dedican profesionalmente a esto del tebeo actualmente. Un guionista y dibujante que sigue en activo hoy día produciendo trabajos que suelen ser éxitos de ventas garantizadas. Estoy hablando del, querido y odiado a partes iguales, Rob Liefeld. La serie en cuestión es Youngblood (la cual vio la luz en USA en 1992) pero antes de meternos en harina con la misma, quiero detenerme un poco más de esta figura del cómic norteamericano tan peculiar.

Nacido en Anaheim, California, en 1967, tras unos cuantos trabajos en DC y Marvel (no demasiado espectaculares aunque recordados con cariño por algunos) dibujando colecciones o especiales de poca envergadura (Hawk & Dove, sin ir más lejos) Liefeld había logrado finalmente llamar la atención de los directivos de la compañía y logró hacerse con los lápices de «Los Nuevos Mutantes«, una colección con cierta relevancia dentro de la facción mutante. Cuentan las malas lenguas que cayó en gracia al editor jefe que estaba al mando en ese momento y que a partir de ese momento su carrera empezó a subir como la espuma.

«Masacre (Deadpool) creado junto a Fabian Nicieza, es uno de sus más famosas personajes».

Otra de las maldades que se cuentan es que Marvel Comics le da manga ancha pero sin soltar la correa del todo. Por esta razón, le es asignado un guionista de garantía (aquí entra en juego la figura de Fabian Nicieza, pues en La Casa de las Ideas no están muy seguros del todo de que Liefeld sepa contar una buena historia por sí mismo). Así, en un momento dado y tras lograr una inesperada popularidad, en esta etapa la colección pasa a llamarse X-Force y adquiere un tono más violento, propiciado también por las características de personajes muy agresivos como Cable, Estrella Rota o Feral que encajan a las mil maravillas con el estilo gráfico del californiano. El dibujante logra hacerse el amo y señor de dicha serie y empieza a abusar de las splash-pages, las caras de enfado y, sobre todo, de los «héroes ciclados» y chicas delgadas con una talla ciento veinte de pecho. Y así, el éxito llegó en forma de record de ventas.

Es oficial: Rob Liefeld es ya una estrella. Y, como tal, sigue los pasos de otros pesos pesados de Marvel como Jim Lee, Erik Larsen, Marc Silvestri o Todd McFarlane y uniendo sus fuerzas se convierten en los artífices de Image Comics. Una vez creada esta nueva editorial, formada a su vez por varios sellos conectados pero independientes; cada uno de ellos ideó una serie de personajes, criaturas y super-grupos sospechosamente parecidos a diversas creaciones de éxito de Marvel y DC Comics pero dotados de cierto gancho comercial para la época y muy atractivos para el fandom. En uno de estos estudios, propiedad de Rob Liefeld y denominado Extreme Studios, tendrá lugar la que será la mayor aventura a nivel profesional de este artista de formación autodidacta.

Para un ilusionante nuevo comienzo (todo un desafío), nada mejor que rescatar del olvido a una de sus primeras creaciones. Así, Liefeld hace renacer de sus cenizas a unos personajes nacidos en la época en la que el dibujante estaba en Megaton Comics; en unos años en los que siendo un jovenzuelo entusiasta se empeñó en ser alguien en esto de los cómics. Había puesto en marcha la maquinaria y, sobre todo, había comenzado a dar forma al que, en su opinión, sería el grupo de superhéroes definitivo: Youngblood.

Youngblood, la gran creación de Rob Liefeld (y a la que posiblemente el artista tenga más cariño de todas) fue publicada en los años noventa bajo el sello independiente Image Comics, son, a grandes rasgos, un grupo de meta-humanos que operan bajo el auspicio del gobierno de los estados Unidos de América. El elenco principal del grupo incluye a personajes como:

Shaft: El líder del grupo. Una suerte de arquero que recuerda mucho al Ojo de Halcón que comandaba a Los Vengadores Costa Oeste en su momento en los años noventa.

Badrock: Originalmente llamado «Bedrock», tuvo que cambiar su nombre para no ser acusado de plagio por los creadores de Los Picapiedra. Una mole de roca, muy fuerte pero con la mentalidad de un niño. Claramente inspirado en «La Cosa», de Los 4 Fantásticos.

Die-Hard: Cyborg primero y androide después, parece una mezcla entre Iron Man y El Capitán América. Tenía hasta escudo y todo. Sufrió varias encarnaciones y hasta tenía rolletes con humanas, como pasaba con La Visión en Marvel.

Troll: Lleva un peinado raro, es un tipo duro bajito y fuma puros. Os suena, ¿verdad? Pues eso.

Chapel: El reverso tenebroso del Bishop de La patrulla-X, aquí es un mercenario despiadado y amoral con una calavera pintada en la cara y un peinado salido de un videoclip de Prince. Aunque no posee poderes, no faltan los pistolones de gran calibre.

Vogue: Ex-gimnasta rusa, aunque no tiene nada que ver, el concepto visual recuerda a los primeros diseños de Mariposa Mental (Psylocke) en los noventa pero también en algunas características a La Viuda Negra. Personaje bastante insulso en realidad.

Cougar: Mitad bestia, mitad Lobezno, aquí representado como el líder de una raza de felinos antropomórficos. Algo así como la versión masculina de Tigra, para entendernos.

Knight Sabre: Cambiaron el acento francés por el británico para que no se notase demasiado que querían meter a una especie de Gambito en la colección, pero no coló.

Estos serían algunos de los personajes principales, aunque luego vendrían muchos más. A diferencia de los W.I.L.D. Cats de Jim Lee (cuyas operaciones son secretas y sólo unos pocos conocen su existencia) los Youngblood de Liefeld son ídolos de masas en los USA. En esencia, son el paradigma del superhéroe tal y como es concebido por la sociedad norteamericana. Tanto es así, que tienen asesores gubernamentales, estilistas, agentes de bolsa, publicistas y en las ruedas de prensa se da siempre la vuelta a la tortilla para que la imagen de estos defensores de los valores de la gran nación del mundo libre nunca se vea empañada por asuntos turbios.

En cuanto al dibujo de Liefeld, no es precisamente un dibujante de gran técnica pero hay que reconocer que su trazo es vistoso e impactante. Sus personajes tienen mucha fuerza aunque siempre están desproporcionados. La anatomía humana no es precisamente su fuerte y además, para colmo de males, en muchas ocasiones parece que no deja de repetir la misma viñeta una y otra vez. Hay quien le considera incluso un mal dibujante y hemos de reconocer que, en ocasiones, llega un punto en el que no distinguimos a los personajes si no es por el traje ya que las caras y los cuerpos casi siempre son prácticamente iguales.

En definitiva, no es un artista bien considerado actualmente por gran parte de los aficionados que a menudo le denominan como mediocre, usan su figura para ridiculizarlo y hacer burla de sus trabajos. Como no todo va a ser malo, también tiene su legión de seguidores incondicionales, como suele pasar en estos casos y hay que señalar que uno de los puntos fuertes de Liefeld es la creatividad y su facilidad para inventar personajes como si no costara y aunque, es bastante prolífico en este sentido, como veremos a continuación, sus creaciones a menudo recuerdan demasiado a grandes iconos del género «superheroico». Al igual que ocurría con sus compañeros de Image, la sombra de Marvel (y DC) seguía siendo muy alargada.

«Los miembros de Youngblood, adaptados a los nuevos tiempos.»

Pero, dejando esto de lado, el punto es que, pese a ser criticado, en su momento aparecieron muchas jóvenes promesas del cómic que querían dibujar como él y eso significa que, al menos, logró labrarse una reputación dentro de la industria y crear (y vender) un estilo propio. Uno de esos chicos, Chap Yaep, llegó a ser contratado sin experiencia previa en la industria para encargarse de la serie Team Youngblood; una ramificación del equipo original protagonizada por el equipo de seres superpoderosos del gobierno encargado de las operaciones internacionales.

Las historias no tenían mucha chicha realmente (por algo la editorial se llamaba Image y su lema era «La imagen lo es todo») y estas solían ganar algo de empaque cuando tras algún pifostio de la leche, se descubría que el gobierno tenía metidas sus zarpas hasta el fondo. Recurrente pero efectivo en este género, al fin de cuentas. Y esto, queridos lectores, fue a grandes rasgos lo que nos ofrecía Liefeld en Youngblood. (la cual no pudo alcanzar el nivel de excelencia esperado ni siquiera cuando el mismismo Alan Moore aceptó hacerse cargo del guion en uno de sus famosos «trabajos alimenticios»). Con la llegada del nuevo milenio, los dibujantes fugados retornaron a la editorial que les vio la fama para encargarse de «Heroes Reborn«. El amigo Rob, se hizo cargo nada más y nada menos que de la colección del Capitán América y su interpretación del icono de Marvel es a menudo recordada con sorna en los foros relacionados con el noveno arte.

En los últimos tiempos, Liefeld ha estado bastante activo; diseñando cosas muy locas como «The Pouch» y además ha vuelto a trabajar otra vez para Marvel (con excelentes resultados a nivel de ventas, en la serie «Major-X» (en la que parece que le han dado rienda suelta para que haga de nuevo lo que mejor sabe hacer). Hablando de Youngblood, recientemente la serie ha vuelto en forma de reboot/continuación para Image con Chad Bowers y Jim Towe artistas como implicados e incluso hay quien pide a Netflix una adaptación televisiva. Exageraciones anatómicas, crossovers con los mutantes de Cable, intentos fallidos de revitalizar esta colección, alguna que otra vendetta personal hecha personaje y colorines infográficos con malos guiones aparte; no podemos obviar que para muchos Youngblood forma parte de nuestro bagaje como aficionados al cómic y que aquella Image siempre tendrá un huequito en nuestros corazones.