En el nuevo programa del podcast 99 Maneras, repasamos la trayectoria vital y musical de esta banda californiana y su líder, Dave Mustaine (icono del Metal a nivel mundial). Analizamos su discografía desde sus inicios a mediados de los años 80 (con los primeros años y el debut con «Killing is my business… And Business is good!») hasta el controvertido «Risk»; sin olvidar anécdotas, vida y milagros del grupo y de su polémico líder: Dave Mustaine. Un talentoso músico que, tras la separación de sus progenitores, pronto empezó a flirtear con las drogas y el alcohol. Menos mal que tenía la música como terapia y armado con una humilde BC. Rich, Dave ingresó en las filas de una banda local llamada «Panic«, a finales de los setenta. Tras tocar un tiempo con ellos, llegaría un momento crucial en la vida de Mustaine, que a la postre, lo marcaría profundamente. Podemos resumir ese momento tan especial con una sola palabra: Metallica.

Era el año 1981 cuando Lars Ulrich empieza a reclutar a gente para su proyecto metálico (lo tenía bastante claro, el chavalín danés) y para ello pone un anuncio en una revista local para buscar guitarristas que se unan a su causa. Mustaine se hizo con el puesto, ya que (aunque autodidacta) era un guitarrista bastante habilidoso y creativo. Pero tras un prometedor inicio, en el cual Mustaine compuso algunos temas que hoy día siguen presentes en el repertorio de Metallica, llegaron los problemas. Mustaine le pegaba a las drogas y al alcohol cosa fina. Sus ex-compañeros también pero lo de Mustaine era «harina» de otro costal.

Y tras varios enfrentamientos con los principales líderes de la banda (Hetfield y Ulrich) deciden expulsarlo porque ya no aguantan más sus excentricidades y sus idas de olla con el alcohol. Hasta aquí bien. Esa es la «versión oficial» pero dicen las malas lenguas que lo que realmente ocurrió era que Mustaine le estaba ganando terreno a la cara visible de la banda. Es decir, James Hetfield. Evidentemente, Mustaine tenía madera de líder y tres son multitud. Ya no había sitio en el grupo para él. Solución: a la calle. Así de claro. Como curiosidad, mientras Mustaine aún era miembro de Metallica, Ulrich y Hetfield ya habían contactado con un chaval que se estaba labrando una reputación como guitarrista de «Thrash Metal» y que militaba en las filas de una banda llamada Exodus: Kirk Hammet. Su reemplazo era un excelente guitarrista que poseía un carácter afable y tranquilo, al contrario que Mustaine (aunque no llegaba a los niveles de Mustaine en lo que a composición se refiere) y además, en el futuro, recibiría clases del mismísimo Joe Satriani.

«The Metallica Years»

Con este panorama, Mustaine coge sus maletas y se sube a un autobús con destino a Los Angeles. En el viaje, empieza a darle vueltas al coco porque (suponemos que algo resentido y bastante enfadado) le ronda por las cabeza la idea de formar su propia banda. Casualidades de la vida, mientras iba en el bus, lee en un panfleto la palabra «megadeath» y dicho vocablo le llama poderosamente la atención. «Megadeath»: Unidad de medida equivalente a un millón de muertes humanas empleada en cálculos del ejército estadounidense.

Un buen nombre para una canción o una banda, debió de pensar. Se cuenta que, en ese preciso instante, nació Megadeth. Los inicios fueron duros (y salvajes) y Mustaine seguía pillado con las drogas. Su mejor apoyo en la banda, siempre fue el simpático David «Junior» Ellefson, un chaval afable al que sus padres le enviaron a una escuela privada a estudiar música y acabó tocando el bajo en la banda de un «yonqui rockero». Con el talentoso Ellefson a bordo y otra futura leyenda llamada Kerry King (Slayer) y el batería Lee Rausch (a la postre en Wargod), Megadeth daban su primer concierto un 17 de febrero de 1984 en la ciudad de Berkeley, California.

Photo taken at soundcheck by Brian Lew

Paralelamente, la carrera de Metallica ya sin el «lastre» de Mustaine, empieza a despegar de manera fulgurante. Lp’s como «Kill ‘ em all» o «Ride The Lightning» (auténticos referentes del género) contienen varios temas compuestos por Mustaine (el cual afirma que usaron temas suyos hasta «Master Of Puppets») y que tuvieran éxito con Metallica le irritaba sobremanera.

El ídolo de Mustaine siempre había sido Alice Cooper y aprendió de este que debía rodearse de buenos músicos si quería llegar a algo en éste negocio. Así, fueron pasando uno tras otro, gente como Chris Poland, Gar Samuelson o Jeff Young (al cual Mustaine puteaba escupiendo en la botellita de agua que éste llevaba a los conciertos) que aún siendo buenos músicos no terminaban de cuajar por una razón u otra. A principios de los noventa, Marty Friedman (ex-Cacophony) entra en la banda como guitarra solista y la banda pega un salto de calidad impresionante. Con Friedman y un nuevo batería muy técnico de nombre Nick Menza, Megadeth graba uno de los mejores álbumes de la historia del Metal: «Rust In Peace». La formación se consolida por primera vez en su historia y empiezan a componer temas realmente buenos . Además, la calidad (y el nombre de la banda) crece día a día. De esta manera, Mustaine y sus chicos empiezan a dar forma a su álbum más ambicioso, un proyecto en forma de discazo que daría directamente en los morros de su más directos competidores en el mercado: Nuevamente Metallica entran en escena y Mustaine se prepara para dar el golpe de gracia aquellos que renegaron de él y lo expulsaron de su sueño musical.

«La formación que dio a los fans los mejores años de la banda…»

Pero, para su desgracia, Ulrich (que no tiene un pelo de tonto) se hizo en aquellos años con los servicios de Bob Rock, un reputado productor que había trabajado con grupos de éxito como Bon Jovi o Motley Crüe, en un intento de llevar la música de Metallica un paso más allá en la industria. Y vaya si lo consiguió. Cuando salió «Countdown to Extintion» (un disco verdaderamente magistral, todo sea dicho) Mustaine se las prometía felices y parecía haber ganado la batalla interna que mantenía con Metallica. La realidad fue devastadora. Al poco de salir «Countdown to Extintion» al mercado, Metallica sacaron su archiconocido e inmortal «Álbum Negro» y llegaron automáticamente al número uno de las listas. Un nivel de éxito que Megadeth nunca alcanzarían. Una vez más, otro duro golpe para Mustaine que, lejos de amedrentarse, se vuelca aún más en su música sabiendo que Megadeth nunca jamás serán tan famosos como Ulrich y compañía.

Pese a las adversidades, Dave Mustaine nos ha ido regalando auténticos discazos a lo largo de su carrera como «Cryptic Writings», «Endgame» o el más reciente «Distopia» (del que hablaremos en la segunda entrega del podcast) pero siempre le ha acompañado la etiqueta de autoritario, malhumorado y problemático. Atrás quedan anécdotas como cuando su primer hijo casi se le cae de los brazos porque estaba muy drogado o cuando se apuntó a AA y a la salida siempre le esperaba David Ellefson para ir a comprar cocaína. En la actualidad (con casi sesenta años) se ha convertido al cristianismo, ha dejado las sustancias tóxicas (para centrarse en su banda y su familia), ha ganado un Premio Grammy y ha superado un cáncer de garganta. Por mi parte, tan sólo me queda agradecer al binomio Ulrich/Hetfield por haber expulsado a Mustaine de Metallica y que de esa rabia naciera una fantástica banda llamada Megadeth. Gracias, Metallica.