A estas alturas, hablar de una obra del calibre de Bone, de Jeff Smith, se hace harto complicado. Empezaré diciendo que es un cómic galardonado con infinidad de premios (41 premios nacionales e internacionales, entre los cuales se encuentran nada más y nada menos que 10 Eisner y 11 Harvey) y que es muy querido y respetado por los fans del noveno arte. Hasta aquí bien. Podría también seguir con el viejo adagio de que es «un imprescindible» o intentar convencer al personal de que tiene que estar sí o sí en un Top 20 de obras que debes leer antes de morir. Pero, lo verdaderamente maravilloso de Bone es que, una vez te acercas a él, no puedes evitar caer rendido a sus pies. Si empiezas a leerlo, posiblemente acabes enganchado al magistral despliegue de talento para el arte secuencial que exhibe aquí el artista norteamericano. Y si eres de los que lo has leído ya, muy probablemente acabes atrapado de nuevo en las garras de ese hábito que tenemos muchos llamado re-lectura. Porque la fascinante mezcla de humor, fantasía y aventuras épicas está presente en todos y cada uno de los nueve volúmenes que componen la serie. Y es una mezcla perfecta.
Una serie de cómics, excepcionalmente guionizada y dibujada que Astiberri reedita ahora en un fabuloso tomo integral en rústica y a color que incluye la serie completa en un único tomo de 1376 páginas a un precio bastante asequible. Su autor, Jeff Smith (1960, McKees Rocks, Pennsylvania, Estados Unidos), empezó a publicar esta obra en 1994 mediante la autoedición y la finalizó en 2004. No es la primera vez que se edita en nuestro país (la propia editorial bilbaína ya la publicó hace unos años tanto en blanco y negro como a color, en diferentes ediciones) y ha llegado a ser considerada como una de las mejores novelas gráficas por muchos estudiosos del medio. Una de sus principales virtudes es que encandila a grandes y pequeños por igual, ya que además de que la historia posee personajes absolutamente geniales y divertidos (más adelante hablaremos de ellos) el llamativo estilo de Smith (que bebe de múltiples influencias como las tiras cómicas y la animación) y su prodigiosa narrativa gráfica (la transición de viñetas que realiza es para quitarse el sombrero), junto con un sentido del humor muy asequible e inteligente, lo hacen tremendamente atractivo para cualquier lector.
En Bone, se nos cuenta la odisea de tres primos, residentes en Boneville, que abandonan su hogar de manera precipitada y viven una épica aventura. De hecho, así arranca la historia, con los tres huyendo de su aldea, de la cual han sido expulsados por los tejemanejes de uno de ellos, Phoncible P. Bone (más conocido como Phoney). Phoney es demagogo, arisco y maquinador, además de un gran amante del dinero. Después tenemos a Smiley Bone, el más alocado de los tres. Desgarbado, hedonista y siempre con su sempiterno sombrero y sus puros; su propio nombre nos indica que es el más cómico del trío. Por último, el pequeño, valeroso y entrañable Fone Bone, gran fan de Moby Dick (la inmortal obra literaria de Herman Melville) y quizá el que tiene más peso en la trama principal. Tres personajes importantes con personalidades diferentes pero complementarias que son los encargados de echar a rodar esta aventura. En un momento dado, y tras sufrir varias peripecias, los tres primos acabarán separándose en un desierto y cada uno por su cuenta llegarán a un frondoso bosque en el cual conocerán a varios personajes y tendrán que lidiar con extrañas criaturas. Más adelante, acabarán reuniéndose en la ciudad de Barrelhaven y las tramas se tornarán más intrincadas poco a poco e incluso tendremos una profecía de por medio que explicará muchas de las cosas vistas al principio.
Con una maestría inusitada, Jeff Smith nos va poniendo en situación, dejando información casi con cuentagotas al inicio e indicándonos que la aventura solo acaba de empezar, ya que muchos elementos que aparecen casi de soslayo al comienzo del cómic, envueltos en el misterio en ocasiones, serán al final relevantes para el desarrollo de la misma. La construcción de personajes es simplemente brillante y personajes como la dulce Thorn, el Gran Dragón Rojo y su particular forma de ser, el diminuto bichito Ted y su verborrea, la abuela Rose Ben (en mi opinión de los mejores del cómic), Lucius (el fornido tabernero que oculta más de un secreto), Roque Ja (también conocido como Rock Jaw, el Señor de la Montaña) o la pareja de «Mostrorratas» (las conversaciones entre ambas y las absurdas situaciones que generan), son un claro ejemplo de ello. Personajes, con carisma y personalidad arrolladora al servicio de un todo, además. El guion funciona como una maquinaria perfectamente engrasada, sin fisuras, logrando así que a medida que avanzas en la lectura quieras saber más. Si a ello le sumas un apartado gráfico que es una delicia (hay que mencionar también la extraordinaria labor al color de Steve Hamaker llegado este punto) el resultado final es sobresaliente. Sobresaliente cum laude, diría yo.
Una novela gráfica que es puro deleite y cuya consideración de «obra de culto» no podría estar más justificada, dada la enorme calidad que posee en todos los aspectos. Aventuras en una era anterior a la tecnología (si exceptuamos a Boneville) en la que hallarás princesas, dragones, seres mágicos y alocados, animales parlantes, guerreros con espadas, comercio basado en el trueque y hasta carreras de vacas. No podía faltar tampoco el villano de turno (una criatura onírica llamada el Señor de las Langostas) que actúa desde las sombras y sus esbirros (como el tenebroso encapuchado) o el poderoso Kingdok, capitán de las Mostrorratas. Un tebeo emocionante que ya pudimos disfrutar aquí a finales de los noventa (por la ya desaparecida editorial asturiana Dude Comics) y posteriormente por Astiberri, que ha optado en esta ocasión por la reedición en un formidable tomo integral. Para ir finalizando, simplemente indicar que Bone no es una parodia de la literatura fantástica (esto hay que dejarlo claro). Bone es una obra maravillosa en la que la épica y la fantasía están tan unidas al humor que es imposible a veces separar estos elementos, aunque no por ello está exenta de oscuridad en ciertos pasajes y, obviamente, bebe mucho también de Tolkien. El arte de Smith, con una clara influencia de las publicaciones de personajes Disney dibujadas por Carl Barks y el Pogo, de Walt Kelly, es una pasada y, me atrevería a decir, visualmente adictivo además. Un cómic tierno, muy divertido y que es atemporal. En definitiva, un clásico moderno que no puede faltar en tu colección.