A menudo (y con razón, todo sea dicho) se nos llena la boca hablando de las bondades del cómic europeo. Muchas de la obras que se publican en países como Francia tienen una calidad incontestable y nos dejan historias que conmueven y entretienen a partes iguales. Pues hoy traemos una novela gráfica hecha aquí en España que no tiene nada que envidiar a algunos de esos títulos del cómic franco-belga. Si te gustan cosas como Durango, Marshal Bass o el mismísimo Blueberry, sigue leyendo estas líneas porque, querido lector, creo firmemente que el cómic que traemos hoy a la web va a ser de tu agrado.

Estoy hablando de «El último tahúr», el nuevo trabajo del guionista y realizador gijonés Rodrigo Sopeña y el artista gráfico Juande Pozuelo. Sin duda, un cómic que hará las delicias de los amantes de las obras anteriormente citadas y que puede suponer toda una grata sorpresa para aquellos que busquen una lectura adulta, amena y alejada de otros géneros también populares. Porque sí, queridos amigos que gustáis de pasaros por estos lares a leer sobre tebeos habitualmente, «El último tahúr» (que acertadamente lleva el subtítulo de La fabulosa historia del hombre que reveló todos los trucos del mundo) es un tebeo del Oeste. Un cómic cuya apasionante trama se desarrolla en el Far West aunque ni empieza ni acaba ahí. Un género este que la bande dessinée se ha encargado de proveer de buenas historias y que es el vehículo perfecto para que estos dos autores españoles nos deleiten con un cómic que tiene prácticamente de todo. Y muy bien hecho.

La historia de este «El último tahúr», publicado por Dolmen Editorial en su Colección Novela Gráfica, comienza en 1904, a bordo del Transiberiano (el legendario ferrocarril construido por presos y soldados a principios del siglo XIX que conectaba la Rusia europea con Vladivostock, en el Mar de Japón). En el tren vemos como unos jovenzuelos se entretienen jugando a cartas y uno de ellos hace trampas con la esperanza de no ser descubierto. Pero un misterioso viajero, sentado al lado del tramposo, le descubre y para calmar los ánimos de los impetuosos jugadores de cartas, decide contarles una historia: la historia de Andrews. El hombre que reveló todos los trucos del mundo y posiblemente el mejor jugador del Oeste. Así, dentro de la propia historia nos trasladamos muchos años atrás a Moberly, un pequeño pueblo del estado de Missouri, donde vive el protagonista de esta historia.

El joven Andrews aprendió a jugar a las cartas desde bien pequeño gracias a su maestro, el viejo John. Pronto, lo que comienza como una simple venganza, acaba desembocando en una historia escrita de manera brillante en la que veremos aventura, acción, amor, disparos, polvo del desierto, whiskey, celos, engaños, atracos a bancos, burdeles y trucos. Muchos trucos que, finalmente, serán revelados. Ello traerá funestas consecuencias para Andrews. Y hasta aquí puedo leer. Lo primero que quiero destacar es que estamos ante un cómic magnífico, cuyo trabajo al guion es para quitarse el sombrero. Ya no es solo que Rodrigo Sopeña fabrique una trama con un ritmo fantástico que es una gozada para cualquier amante de las viñetas sino que además construye a los personajes de manera soberbia y además realiza un trabajo de documentación absolutamente espectacular.

En cuanto al apartado gráfico, señalar que el buen hacer de Juande Pozuelo dota a la obra de un empaque como hacía tiempo que no veía en un trabajo de estas características. Tanto al dibujo como al color, Pozuelo está tremendo. Su labor aquí es encomiable, pero quiero señalar que la recreación de entornos y vehículos es realmente formidable y casi diría que logra hacer sentir al lector como si estuviese allí mismo, en el salvaje Oeste. Pozuelo, además, tiene mucho oficio con la tarea de crear storyboards y eso, de algún modo, queda reflejado aquí. Un cómic editado en un formato de enorme calidad que sirviéndose de escenarios y figuras históricas nos deja una gran historia de ficción por la que deambulan toda clase de personajes arquetípicos de los tebeos del Oeste como forajidos de leyenda, indios o tahúres. Y en la que por no faltar, no falta ni la magia. Cuando leáis el cómic entenderéis esto último mucho mejor. Y hacedme caso cuando os digo que si no lo leéis, os estaréis perdiendo uno de los mejores cómics españoles de este año. Palabra de tahúr.