Flash Thompson nunca fue lo que se dice uno de los buenos. Es más, los lectores veteranos del lugar recordarán a este personaje por ser el matón de la escuela que hacía la vida imposible a un tal Peter Parker. Muchas cosas han pasado desde que el tipo que hacía bullying a Spider-Man en el colegio se convirtió en uno de los miembros actuales de los populares Guardianes de La Galaxia de Marvel, gracias a a que el guionista Brian Michael Bendis lo incluyó como miembro fijo del equipo.

Tras perder las dos piernas en la guerra Irak y regresar a casa como héroe de guerra, el bueno de Thompson se hizo uno con el simbionte conocido como Veneno (Venom, en el original) y encontró la paz que tanto anhelaba. Resulta que todo aquello que nos contaron en los noventa de que los simbiontes eran una raza maligna y despiadada, se lo pasaron por el forro en «Guardianes de La Galaxia: Planeta de Simbiontes» y lo que pasaba es que el klyntar (nombre real de la criatura alienígena que posee al huésped alterando su fisiología) había sido corrompido por las personalidades de gentuza como Eddie Brock.

Es decir, que los simbiontes en realidad son buena gente. Como necesitaban redimirse del mal ocasionado, han «purgado» al simbionte de Flash Thompson y ahora el klyntar que porta el protagonista del tomo de la Colección 100% Marvel del cual os hablaré hoy, es un buenazo. No sólo eso, sino que tras la «limpieza» del mismo, Veneno es ahora un agente del cosmos. Un caballero del espacio que va de planeta en planeta desfaciendo entuertos. Increíble, ¿verdad?

Agente del Cosmos

La cuestión es que, el Veneno que nos encontramos en este cómic guionizado por Robbie Thompson (Seda, Doctor Extraño y Los Hechiceros Supremos) y dibujado de manera excepcional por Ariel Olivetti (Cable, El Castigador) es bastante diferente al que muchos estaban acostumbrados. Ahora, independientemente de su rol dentro del grupo cósmico de inadaptados de La Casa de Las Ideas, Flash Thompson se encuentra viajando por el universo, ayudando a aquellos que más lo necesitan. Y precisamente así arranca este primer tomo de «Veneno, caballero del espacio» (nada que ver con ROM, verdaderos creyentes).

Nuestro protagonista, liberando a diferentes seres extraterrestres de amenazas varias se granjeará la amistad y la admiración de estos. Para estos menesteres, contará con la ayuda del androide 803. Un robot suicida que sirve de excusa al guionista para homenajear a clásicos como Star Wars, 2001: Odisea en el espacio o El Autoestopista Galáctico. Más adelante se unirán a él una guerrera extraterrestre con aspecto de oso panda (no es broma, ya veréis cuando descubráis su aspecto) llamada Pik Rollo y algún que otro alienígena más para luchar contra las hordas de Lord Mercurio, el malo maloso de esta historia el cual está robando armas de distintos planetas para construir su propio arsenal y conquistar otros mundos.

malo-maloso

El guion no es nada del otro mundo (no dejan de ser las correrías espaciales de un tipo con un simbionte parlante como traje) y se limita a cumplir su función de entretener sin aportar grandes desarrollos pero en algunas páginas los autores dejan detalles muy interesantes, relacionadas sobre todo con las posibilidades que ofrece (y ofrecerá) el klyntar. Así, veremos como el simbionte es capaz de realizar acciones sorprendentes para sacar a Thompson de más de un aprieto o directamente salvar su vida.

Sin duda alguna, el punto fuerte del cómic es el arte de Olivetti. Este hombre es un portento del noveno arte y aquí vamos a disfrutar mucho con sus viñetas y sus diseños de personajes. La maestría de este hombre no sólo se limita a su narrativa gráfica y su talento para el dibujo, sino que además está absolutamente brillante diseñando (y plasmando en el cómic) las distintas razas alienígenas que aparecen a lo largo de los seis números que conforman este primer tomo.

En definitiva, un tomo para disfrutar leyendo entretenidas aventuras espaciales llenas de acción y diálogos ligeros. Realmente, no es un cómic que vaya a cambiar nada en el panorama actual pero, si pese a ser fan del personaje eres capaz de leer desde una posición de tabula rasa (sí, esto va por los veteranos que a la mínima saltan recordando épocas mejores en lugar de dar oportunidades a cosas nuevas) igual hasta te lo pasas bien con su lectura. Sólo por el fantástico apartado gráfico ya merece la pena echarle un vistazo.