Mark Millar, Huck y el señor David Redondo Soto, forman una combinación irresistible para La Firma Invitada...
El bueno de Mark Millar continúa en su línea de hacer historias a medias (vender los derechos al cine/tv y que los guionistas se lo curren). Me explico. En MPH (actualmente a la venta en nuestro país) el guionista nos proponía una historia interesante, con personajes que producían empatía y un magnifico dibujo de Duncan Fegredo. Pues bien, la historia (o miniserie) acabó y la sensación fue: «¿Ya?»
Luego tenemos «Chrononauts» (inédita aún nuestro país, aunque ya se ha confirmado que llegará de la mano de Panini) donde ocurría exactamente lo mismo, es decir una historia «que daba para mas» y que se quedo en miniserie (de nuevo) dejándote el cuerpo con un «quiero y no puedo». Y, de nuevo, con un espectacular apartado grafico por Sean Murphy.
Quizás, de sus últimos trabajos editados en España, Starlight fuera la historia mas contenida y cerrada, aunque volvía de nuevo esa maldita sensación.
En el cómic que hoy nos ocupa, Millar presenta un personaje «a priori» muy interesante, que engancha a las pocas páginas. Un tipo peculiar que ayuda a la gente con ciertas habilidades especiales que parecen ser superpoderes. ¿Algo novedoso? No. Pero… ¿Acaso importa?
Huck, nuestro protagonista, vive en un pequeño pueblo americano. Trabaja en una gasolinera. Tiene superpoderes. Y ayuda a la gente. Durante varios números (hay que recordar que es una miniserie de seis números) Millar nos pasea, junto al protagonista, por diversos parajes (extranjeros, marítimos, nacionales) realizando la «lista de tareas» que Huck realiza. Buscar un gato, una joya o a Boko Haram.
También conoceremos que es adoptado y en siguientes números (sin desvelar mucho mas) descubriremos su pasado y de dónde viene. Así, irán pasando los números hasta un final (y desarrollo intermedio) flojo, light como la mayonesa y que (a mí)) me produjo ciertas décimas de fiebre y la consecuente ingesta de paracetamol, debido a las altas expectativas puestas en esta obra. Mea Culpa.
Lo mejor, es sin duda el trabajo del formidable dibujante Rafael Albuquerque (American Vampire) y las variant covers con homenajes geniales a pelis icónicas, pero sin salvar la sensación de… ¡Y QUÉ! tras la conclusión de una historia que igual con más números y un desarrollo, quizá, más profundo se hubiera conseguido un trabajo mucho más equilibrado y disfrutable. En fin, menos mal que aún nos queda Empress y su culebrón espacial… Pero eso será otro día. Ingiero el quinto Gelocatil, señor Millar.
Artículo escrito por David Redondo