Huelga decir a estas alturas que la industria del videojuego es una de las más peculiares que existen. Todo lo que rodea a este mundillo a menudo es sacado de contexto por algunos fanáticos y/o tergiversado por los medios de comunicación (sean especializados o no). A menudo vemos como se crean debates absurdos (a veces nacen por generación espontánea y otras son creados de manera «artificial» por interesados en conseguir determinados objetivos) y encontramos temas de discusión que se repiten cada cierto tiempo (el papel de la mujer en los videojuegos, etc.) todo esto siempre con fines concretos, por supuesto.

Uno de los últimos ejemplos de cómo un buen producto que, a priori lo tiene todo para ser un auténtico pelotazo en ventas, puede desatar una agria polémica de esas que ríete tú de la de Gabilondo, fue lo que sucedió con The Order: 1886. En efecto, el juego salió hace tiempo pero es ahora cuando me he decidido a dar mi opinión sobre este título de Ready At Dawn, exclusivo de PS4.

Antes de nada, decir que una vez más, el hype mató a la estrella de la radio. Perdón, a la estrella del videojuego (me he liado con la dichosa canción, lo siento). Y si hay algunas estrellas aquí son los chicos del estudio norteamericano Ready At Dawn. Ese estudio que logró meter gloria bendita basada en la saga «God of War» en una PlayStation Portable. Repito, hicieron dos juegazos sobre Kratos para la consola portátil de Sony que eran tan buenos que, en muchos aspectos, incluso dejaban en ridículo a algunos jueguicos de PS3.

Pues bien, las expectativas estaban muy altas con The Order: 1886 y no sólo por que estuviera implicado Ready At Dawn Studios sino por otros factores de importancia como la llegada de la que (para bien o para mal) es la primera gran exclusiva de la consola o, por ejemplo, el imprescindible (y deslumbrante) tráiler que todo lo mueve (en esta ocasión, realizado con el propio motor gráfico del juego).

La gente de Ready At Dawn tiene el honor de haber realizado, hasta la fecha, el juego con mejores gráficos de esta generación. En este sentido, The Order: 1886 es una auténtica pasada. Por fin se desata la potencia de una de las dos consolas de nueva generación (lo siento, nintenders) y los americanos nos dejan boquiabiertos con un apartado técnico de «agárrate y no te menees».

Todo en The Order: 1886 es un espectáculo y un verdadero deleite para los sentidos. La iluminación, las texturas, los efectos de sonido, las animaciones, las expresiones faciales, etcétera. Ahora sí que estamos ante una verdadera revolución visual. Pero vayamos por partes. ¿Qué nos ofrece de verdad este juego que enamoraba sólo con mirar las capturas de pantallas?

Pues esa es, en mi opinión, la pregunta clave, porque sin duda el punto fuerte de este título (dejando de lado el alucinante apartado técnico, obviamente) es sin duda la efectiva mezcla de elementos steampunk con leyendas artúricas y seres sobrenaturales. De acuerdo, no es nada nuevo pero son arquetipos que siempre funcionan y temas que sin duda son muy interesantes para determinado tipo de consumidor de productos «frikis», pese a ser recurrentes en un sin fin de medios como libros, cómics y, como no, el cine. Del séptimo arte y su relación con The Order: 1886 hablaremos más adelante. Pero ahora, vamos a entrar de lleno con la historia del juego la cual transcurre en un Londres distópico de un universo alternativo.

Vamos-allá

La trama nos pone en la piel de Sir Galahad, uno de los caballeros de «La Orden», una misteriosa organización que lleva siglos luchando por mantener la paz en la pérfida Albión y que está compuesta por señores (y señorita) que afirman ser descencientes del mismísimo Rey Arthur Pendragon. La fastuosa ciudad de Londres está en serio peligro pero unos pocos caballeros han jurado protegerla. Pero Galahad no está solo. Otros caballeros como Perceval, Lady Igraine o el «chico nuevo», Laffayette, le acompañan en esta peligrosa empresa que comienza de una manera espectacular, con una narrativa propia del cine de aventuras que nos muestra a modo de flashback por qué nuestro héroe ha sido encarcelado y como logra huir para desenredar una serie de entuertos que acabarán por revelar que nada es lo que parece y, lo más importante, que una temible plaga está a punto de asolar al nuevo mundo.

La ambientación del juego es realmente exquisita, recreando con maestría sitios emblemáticos de la capital londinense como la abadía de Westminter o Whitechapel, por citar algunos. Tanto los efectos de luz como los diseños de escenarios, objetos y personajes son espectaculares. Algunos enemigos, como los híbridos, son espectaculares y creo que a nadie se le escapa que el modelado de las caras es de lo mejorcito que te puedes encontrar en el mundo de los videojuegos. Sólo hay que ver las cinemáticas o algunas capturas para alucinar con el gran trabajo de los desarrolladores en este sentido.

A pesar de que el juego tiene muchos tintes de superproducción de Hollywood (no sólo en aspecto sino también en narrativa) la jugabilidad no se deja de lado pero hay que señalar que es el punto más débil del título. A la hora de hablar de mecánicas de juegos, se mezclan buenos momentos de acción con los siempre polémicos (amados y odiados por igual) Quick Time Event (que aparecen incluso en los combates cuerpo a cuerpo) y se introducen elementos de sigilo, aunque en líneas generales el juego es más lineal que otra cosa. No hay mucho margen para exploración, pese a que por momentos aparece esta opción. Como es habitual en estos casos, usaremos una pócima regenerativa para reestablecer nuestra salud en caso de necesidad.

Las armas juegan un papel importante también en el juego. Gracias a un jovencísimo Tesla, podremos usar diferentes tipos de armas de fuego (escopetas, revólveres, fúsiles de francotirados, etcétera, que combinaremos con granadas y otros explosivos) y también armas blancas y algunos artilugios muy interesantes y llamativos, ya que este importante inventor será algo así como «nuestro Q particular». El doblaje al castellano, dirigido por el cineasta español Alex De La Iglesia es realmente brillante. Los diálogos son muy importantes también para el juego y rayan a un gran nivel. La música, que es una maravilla, corre por cuenta de Austin Wintory y Jason Graves los cuales; demuestran una vez su valia y por qué están tan bien considerados en la industria.

Un-portento-a-nivel-gráfico

Sin llegar a los extremos de los juegos desarrollados por David Cage lo cierto es que algunos momentos que nos obligan al uso continuado de QTE pueden llegar a hacerse algo tediosos y repetitivos si no estás familiarizado con esta mecánica de juego o directamente la odias. Las fases de acción en tercera persona, a lo Uncharted o Gears Of War (para que os hagáis una idea) compensan por suerte esos momentos de mirar a la pantalla para pulsar el botón correcto en el momento preciso. Tampoco incluye tantas escenas cinemáticas como una de las obras de Hideo Kojima en exclusiva para PS3, pero lo cierto es que los paralelismos entre The Order: 1886 y el cine son evidentes. Se ha querido dotar a propósito de ese halo cinematográfico con la inclusión de varios elementos propios del mundo del celuloide lo cual, dicho sea de paso, ha dividido a los jugadores entre los que no estaban de acuerdo en dar un aspecto de película a un videojuego y los que han disfrutado de la (cada vez más frecuente) fusión del séptimo arte con el universo de los videojuegos.

Pero, y entrando ya a analizar más en profundidad aspectos como protagonistas, elección de entornos y trama a desarrollar, uno se hace la inevitable pregunta: ¿Por qué molan tanto estos personajes y las criaturas a las que se enfrentan? Ante todo, señalar lo obvio: vivir una aventura de tintes épicos en un oscuro Londres victoriano de un universo alternativo donde te enfrentas a licántropos y otras criaturas de la noche ayudado por las armas imposibles que diseña para ti Nicola Tesla le gusta a todo a todo hijo de vecino. O al menos así debería ser en un jodido mundo perfecto. La pena es que el juego tiene una serie de errores de bulto que lastran la experiencia final del jugador, pese a ser una propuesta altamente esperada y contener una serie de elementos que lo hacían, a priori, uno de los títulos con más opciones a llevarse toda cantidad de premios y menciones como «mejor juego del año».

¿Qué es lo que falla en The Order: 1886? A estas alturas más de uno ya estará pensando: – «¿Es que no va a comentar nada de la escasa duración del juego?» Bien, para empezar, hay que indicar que efectivamente el juego te deja con ganas de más e incluso hay gente que afirma haberlo terminado en 7-8 horas. No sabemos si desconocían o no la existencia de un modo de dificultad avanzado para los más osados que está en las opciones/ajustes del juego. Oye, quizá así otro gallo les hubiese cantado. Vaya usted a saber. Pero es que el principal problema no ese. El gran problema de The Order: 1886 es que, cuando mejor está la cosa, cuando la aventura está en ese punto en el que parece que los creadores te van a contar algo que hará explotar tu cabeza, llega de pronto un final rematadamente soso que, para más inri, lo hace de manera abrupta, demasiado pronto y que no desvela nada de lo que has estado experimentado en el rato que te has tirado con el mando en las manos. Para colmo, si este desastre no se soluciona con algún DLC gratuito que expanda la historia y desvele todos los interrogantes y no se atisba en el horizonte una segunda parte que siga contándonos más sobre la orden y los caballeros y la relación con sus enemigos. Bajonazo, vaya. También os digo que quedarse sólo con la parte mala del juego para al final darle de lado sería un error tremendo, ya que os vais a quedar sin disfrutar de todo lo bueno que ofrece. Avisados quedáis.

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CONCLUSIONES

Puede que no sea perfecto y que estuviese condenado a sufrir determinados estigmas de los que, salvo contadas excepciones, ningún título de la industria se libraría, pero es innegable que la experiencia de juego es muy mejorable, como ya he comentado unas líneas más arriba. Eso sí, gracias a su gran calidad, en el apartado gráfico este juego sin duda marca un antes y un después en PS4.  Además, esa mezcla de elementos extraídos directamente del género steampunk con leyendas artúricas, figuras históricas y seres sobrenaturales es muy llamativa y enamora desde el primer momento. Evidentemente, The Order: 1886 dista mucho de ser el juego perfecto que todos anhelamos pero lo peor de todo es que en un futuro cercano no se contempla que la historia continúe y, en mi humilde opinión, no lanzar una secuela sería un terrible error.

Quizá con el tiempo miremos a este fenomenal título con otros ojos. Cierto es que le faltó quizá un final a la altura y arrastraba errores de la generación pasada. Además, no fueron precisamente pocos los que apuntaron que el juego era demasiado corto y se acababa muy rápido (los precios de los juegos están por las nubes actualmente y es lógico que la gente quiera disfrutar lo máximo posible de los juegos que adquiere) pero no podemos olvidar que en conjunto, es un grandísimo juego con más virtudes que defectos, que tuvo la desgracia (y la enorme responsabilidad) de allanar el camino para el éxito de otros juegos que estamos disfrutando en estos momentos, cuando parece que por fin, la «nueva generación» ya es una realidad.