Los asiduos a esta web ya sabrán que desde hace tiempo venimos analizando y comentando las mejores publicaciones del mundillo independiente del cómic. Sobre todo, desgranando todo aquello que llega desde el otro lado del charco. De Yanquilandia, como a mí me gusta llamar a esa tierra de libertad y contradicciones varias. Y una de nuestras editoriales favoritas en ese aspecto es Vault Comics. Muchos, centrados exclusivamente en el universo del pijameo están dejando escapar lo que se publica por esta pequeña compañía norteamericana dedicada a lanzar obras de diferentes temáticas y por eso hoy os traigo el avance de otra interesante serie titulada ‘Engineward’, que mezcla la Ciencia-Ficción habilmente con otras cuestiones de distinta índole, como la astrología.
Guionizados por George Mann y con el arte de Joe Eisma (Archie, Morning Glories) esta serie de comic-books de 12 números nos lleva a un mundo del futuro que ha olvidado por completo todo lo que tuviese que ver con civilizaciones anteriores. Mientras unos pocos elegidos se centran en vivir de manera ostentosa y abrazar fuertemente el hedonismo, otra parte de la población sufre, pasa hambre o incluso no puede acceder a necesidades básicas como el agua. En este último grupo de la población, se encuentra Joss, nuestra protagonista. Joss es una joven ingeniera que presta una gran ayuda a su comunidad gracias a sus conocimientos y a su pericia. Pero no adelantemos acontecimientos, porque aún tenemos que conocer a Ichabod, el otro personaje con importancia para la trama principal y cuyo descubrimiento en las primeras páginas del cómic será crucial para el desarrollo de la misma.
Ichabod, este aguerrido y valeroso explorador con el que arranca la historia, se encuentra en lo que parece ser un extraño yacimiento o cementerio tecnológico realizando unas excavaciones con otros miembros de Shantytown cuando se topa con un extraño hallazgo: una antigua y misteriosa cabeza de ghoulem que no parece estar en muy mal estado. Pero este descubrimiento costará la vida de un miembro de la expedición por culpa de un monstruoso ser que aparece de repente y los ataca, obligando así a Ichabod a usar toda su pericia como luchador. Finalmente, el equipo de Ichabod logrará su objetivo y llevará los restos del ghoulem a la tienda de Joss para que esta lo examine, pues cree que se trata de algo muy valioso para su pueblo.
En lo que al guion se refiere, nos encontramos con un buen primer número que sienta las bases de lo que está por llegar. Mann se ocupa de presentarnos un mundo devastado pero que se ha reconstruido tras miles de años en base a ciertos predicamentos y que posee una estructura de privilegios bastante clara. Aunque solo se nos permite entrever qué podría ocurrir con esta sociedad, ya que lo que el guionista pretende simplemente es eso, plantar la semilla para ir desarrollando un mundo que, visualmente, recuerda en ciertos pasajes a los conceptos ideados por Lucas y su equipo para las películas originales de Star Wars. Y digo visualmente porque esto ocurre solo en determinadas viñetas muy concretas en las que da la sensación de que Eisma ha tomado algunos elementos de la saga galáctica como referencia para dibujar. En cualquier caso, tanto el diseño y desarrollo de personajes como los dialogos o lo narrado en las cajas de pensamiento deja muy buen sabor de boca en este primer número y logra su cometido: presentar al lector este particular mundo lleno de posibilidades en el que, conforme avanzamos en la lectura, nos va dejando de soslayo cada vez más misterios.

Y aquí entra la parte quizá más interesante del cómic (dejando de lado la ambientación y sus protagonistas, claro) que es la inquietante logia de celestiales los cuales, basándose en el zodiaco, controlan este nuevo mundo. Una sociedad fragmentada, en la que todo lo relacionado con el antiguo planeta Tierra ha sido olvidado y en la que dichos «celestiales» gobiernan de manera eficaz e implacable mientras disfrutan de lujos y se entregan al placer. En contraposición a estos, tenemos la parte de las barriadas pobres en las que viven Joss e Ichabod. Un lugar donde la precariedad y la necesidad lo dominan todo, casi un poblado chabolista donde conviven humanos, algún que otro ghoulem robótico y monturas con aspectos alienígenas. Precisamente, y volviendo a Joss, en una de esas tiendas se encuentra el taller de esta; donde a mitad del número la veremos realizar un diagnóstico a Kreek, el ghoulem robótico. Este, cree que le ocurre algo malo y habla constantemente de «mal funcionamiento» desde hace unas horas, a pesar de que Joss no detecta nada inusual en sus circuitos.
Es justo aquí cuando entra en escena otro personaje que se intuye importante para posteriores entregas: Cappin Nyan. Nyan es una especie de líder local que acude a Joss a pedir ayuda con la distribución del agua potable en las barriadas y que, en su conversación con esta, nos deja entrever que la situación en la que se encuentran los habitantes de este nuevo mundo es más complicada aún de lo que parece. Para rizar más el rizo, algo se está cociendo en el consejo de los celestiales y sus miembros (cada uno portando un símbolo del zodiaco) están a punto de tomar una importante decisión que va a cambiar el rumbo de la historia… De nuevo. Y en paralelo a esto, el extraño y antiguo ghoulem de las ruinas, al ser activado por Joss, emite un extraño y enigmático mensaje; hecho que a buen seguro dejará al lector totalmente intrigado.
Para ir finalizando este avance sobre todo lo que nos ofrece el primer número de Engineward hay que poner de manifiesto que Joe Eisma (un dibujante al que sigo en Facebook desde hace muchos años y al que prácticamente he visto evolucionar como artista) realiza un buen trabajo a los lápices y a la tinta y además cuenta con un profesional del color como es Michael Garland, lo cual realza su labor aquí. Quizá muchos conozcan a Eisma por algún otro trabajo indepediente o por Archie y es curioso ver cómo adapta muy bien su estilo a otra temática muy diferente a la de las juveniles andanzas del pelirrojo adolescente y su pandilla. Sea como sea, estamos ante un prometedor primer número que, gracias también al sempiterno cliffhanger (que no puede faltar en estas publicaciones americanas actuales) nos deja con ganas de saber más de lo mostrado con Joss, Kreek, Ichabod o Cáncer de los celestiales. Una vez más, Vault Comics se destapa como una interesante alternativa a las publicaciones de las majors de superhéroes y nos ofrece una historia con un apartado artístico actual y dinámico, una narrativa ágil y llena de misterios tecnológicos que desde aquí te recomendamos encarecidamente.