¿Queda alguien en el mundillo del cómic que aún no conozca a David Rubín (Ourense, 1977) a estas alturas de la película? Rebelde, estudioso del medio, polémico en redes sociales, amado y odiado a partes iguales… Pero, sobre todo, un artista como la copa de un pino. Y esa es la parte que nos interesa a nosotros. Porque si tenemos que hablar de un autor de cómics español que en los últimos años ha visto como su carrera ascendía de manera fulgurante, tanto a nivel nacional como internacional, ese es David Rubín. Gran parte de culpa de esto, la tienen sus excelentes trabajos para Dark Horse Comics (Black Hammer) o Image Comics (Rumble), así como obras editadas en España por Astiberri como «Beowulf», con guion del siempre eficaz y talentoso Santiago García. Y es precisamente Astiberri Ediciones quien nos trae ‘Ether‘, también de Dark Horse, serie de la cual ya os hemos hablando en esta web y que recientemente ha concluido en su tercer volumen.
Con el subtítulo de «La desaparición de Violeta Campana«, se presenta este tercer y último tomo de la serie guionizada por Matt Kindt e ilustrada por el mencionado Rubín. Un tebeo que, como ya os hemos venido contando por aquí es una delicia para los amantes de las historias de fantasía, aventuras y Sci-Fi. En este último capítulo de la serie, si tenemos que destacar algo es que el orensano está esplendido en el apartado artístico. Ya en los dos volúmenes anteriores pudimos disfrutar de lo lindo con su buen hacer en esta serie que mezcla elementos como la ciencia o la magia con las aventuras fantásticas más delirantes e imaginativas que hemos podido ver en los últimos tiempos. Un cómic que parece hecho a medida para el lucimiento de David Rubín como ilustrador, el cual en esta última entrega no solo mantiene el nivel de las anteriores sino que casi me atrevería a decir que es la mejor de todas en este aspecto.
La historia, en un primer momento, nos lleva a desentrañar el misterio de la desaparición de Violeta tras los hechos narrados en el segundo tomo. De este modo, Boone Dias (nuestro carismático protagonista) se embarcará en un viaje que comienza siendo casi una cuestión personal pero que acaba siendo algo más profundo y que traerá importantes repercusiones para el mundo de Ether. Algo interesante de mencionar es que la trama del villano Ubel (el cual está arrasando todas las instituciones mágicas del mundo de Ether para intentar lograr el poder absoluto) sí que se cuenta pero en segundo plano y, personalmente, echo de menos el ver más en acción a este personaje. Estamos pues ante la travesía que nos conduce al final de esta historia y que en el camino nos presenta a personajes nuevos como «El Sarcófago de Combate» o «Los Siete Dioses Afortunados«; al tiempo que recupera a los ya conocidos de los dos tomos anteriores. Mención especial para los hilarantes piratas del Puerto de las Calaveras. Magnífico el cómic en este sentido también.
El guion de Matt Kindt (Pistolwhip, Super Spy, Revolver) está muy trabajado también en este tercer volumen y se nota que la colaboración entre él y Rubín ha sido muy estrecha. Una vez más, el norteamericano mantiene el nivel al contar el viaje de este héroe tan particular y los diálogos escritos por el guionista y la narración no defraudan. Además, en esta ocasión introduce conceptos como el perdón o la fragilidad del ser humano y su capacidad para cometer errores en muchas ocasiones. Por poner una pega, en mi opinión la historia quizá termina manera algo abrupta. Y es que la serie es tan endiabladamente buena, los diseños de personajes son tan maravillosos y el mundo creado está tan lleno de posibilidades que el final planteado por los autores nos priva de seguir disfrutando de todo esto. Estamos hablando, obviamente, de un final cerrado (y bien cerrado, que no se me malinterprete) que, con sus pros y sus contras, es el que sus creadores han escogido para esta obra tan especial.
En definitiva, una serie imprescindible para los amantes de las historias de aventuras y fantasía en la que ciencia-ficción y magia se funden para, de la mano de dos autores punteros de la industria, deleitarnos con un cómic que brilla tanto en lo artístico como en lo argumental. Además, la editorial bilbaína, vuelve a realizar un grandísimo trabajo de edición y nos brinda la posibilidad de tenerla completa editada en castellano en un estupendo formato cartoné con papel de gran calidad que incluye jugosos extras como diseños de personajes, bocetos y notas del propio Rubín (muy interesantes para complementar todo lo bueno que ya de por sí ofrece dicha obra). También se incluyen las portadas variantes de gente como Dan Brereton, Farell Dalrymple, Jill Thompson, Gabriel Hernández Walta y Paul Azaceta. Una obra tremendamente disfrutable que, por desgracia, llega a su fin. Y digo por desgracia porque estamos ante una de esas series que, cuando terminan, dejan un vacío en el lector. Al menos, la travesía ha sido inolvidable y eso es lo más importante.