Durante el confinamiento por culpa de una pandemia y con un estado de alarma de por medio, pocas cosas reconfortan más que refugiarse en la cultura para mitigar la ansiedad por estar encerrados y encima ver como el mundo entero sufre. Gracias a cosas como el cine, las series, la literatura, la música y, por supuesto, los cómics; hemos podido sobrellevar mejor una situación tan difícil, delicada y angustiante. Fruto de este momento complicado para todos, algunos autores, apoyándose en Internet y las Redes Sociales, nos han entretenido día tras día con ocurrencias o muestras de su arte. El artista zaragozano Álvaro Ortiz, ha ido un paso más allá y, dando rienda suelta a su creatividad y un gran sentido del humor, nos ha deleitado con una de las series de webcomics más desternillantes de los últimos tiempos: El Murciélago se va de birras.

Un serial humorístico que el genial autor maño dibujó y publicó durante el confinamiento a causa del dichoso coronavirus, que ve ahora la luz en formato físico gracias a ¡Caramba!, el sello de Astiberri Ediciones en una edición de 128 páginas, en rústica con solapas y con el aliciente de que en lugar de ser en blanco y negro; aquí se se ha optado por aplicar un color azul que ciertamente beneficia a la obra en su traspaso al papel. Con muy poquísima vergüenza, un talento inusitado (esto ya lo sabíamos), grandes dosis de humor (de toda clase y color) y muchísimo arte y desparpajo, Ortiz se saca prácticamente de la manga una obra de esas realizadas a tinta que me atrevo a señalar que quedará para siempre en el corazoncito de muchos aficionados a los tebeos.

Tirando de un imaginario tan poderoso y atractivo como el de DC Comics (y más concretamente, del universo de Batman) Álvaro Ortiz nos deja una historia hilarante, absurda a cada momento y repleta de guiños al cómic de superhéroes y la cultura pop que obviamente tira también mucho de las situaciones cómicas reales que se han podido vivir a lo largo de estos meses de pandemia (póngase de ejemplo toda esa gente que ejerció de lo que se ha venido a denominar comúnmente como «policía de balcón») e, incluso, se permite el lujo de introducir elementos e iconos propios del lenguaje actual de Internet.

Todo esto, para narrar la odisea de Brus, un millonario que vive en una mansión cercana a la ciudad más peligrosa de todas, el cual se disfraza de murciélago por las noches para combatir el crimen. Este descarado ¿héroe? se queda sin cerveza en mitad del confinamiento por la pandemia global y ahí dará comienzo esta locura maravillosa. El murciélago decide saltarse la cuarentena para encontrar su preciado alcohol pero la ciudad está vacía y completamente cerrada. Junto a esta parodia alocada del Detective Nocturno, veremos desfilar a personajes secundarios como El Rubén (el Chico Maravilla), El Comisario Pérez, Supermotivao o la ilustre galería de villanos encarcelados en el Ásilo Arkada. Algunos serán aliados, otros serán una molestia e incluso habrá algunos que pasen olímpicamente de él.

Con esta obra en clave de humor, Álvaro Ortiz se aleja deliberadamente del tono de otros trabajos suyos más serios como Murderabillia, Dos holandeses en Nápoles, Rituales o Cenizas (todas ellas publicadas por Astiberri) para adentrarse en el terreno del humor y la parodia llevada al extremo con el que ha conquistado a buena parte de la audiencia de Twitter o Instagram; hecho que ha propiciado que el tebeo haya sido finalmente recopilado en formato físico. Evidentemente, estamos ante una lectura liviana, muy divertida y que nació con el propósito de entretener tanto a los lectores como al propio autor. Un cómic, nacido de unas circunstancias específicas pero no por ello exento de calidad y con el buen hacer que caracteriza a este artista. Un serial en viñetas hecho con mucho cariño hacia el medio, muchas prisas, presión mediática y que, sobre todo, cumple su cometido a la perfección, ya que las risas están garantizadas en todas y cada una de las páginas.