Estados Unidos siempre se ha visto como el paradigma de la democracia. Tierra de oportunidades, donde los sueños siempre se hacen realidad. En la que existen ciudades que son destino turístico soñado para muchos europeos y asiáticos. Un lugar maravilloso, en el que puedes llegar a lo más alto partiendo desde lo más bajo. De los callejones infectados de ratas y adictos al crack a un ático con vistas a Central Park y un coche de lujo con solo unos centavos en el bolsillo y la ayuda de Dios. Pero, ¿qué se esconde realmente debajo de este manto idealizado de color, aventuras ilusionantes y finales felices?
El formidable historietista Howard Chaykin («American Flagg», «Challengers of the Unknown», «Conexión Escorpio», «Hey Kid! Comics»), uno de los nombres más importantes de la industria del cómic norteamericano, realizó en 2017 una obra para Image Comics en la que, en solo seis números, iba a sacudir conciencias y ofender a muchos (ya fuesen lectores o no). Una serie que no iba a dejar a nadie indiferente. «Los estados divididos de Hysteria» (The Dividided States of Hysteria, en el original), cómic que ha sido publicado recientemente de manera integral en un vistoso tomo por Dolmen Editorial, es un cómic con el que Chaykin (que no es ajeno para nada a este tipo de polémicas en sus trabajos) no inventa nada nuevo pero echa más leña al fuego que ya existe en una sociedad capaz de lo mejor y lo peor al mismo tiempo, como es la estadounidense.
Para ello, Chaykin diseña una historia en la que nos muestra cómo la nación más poderosa del mundo ha pasado por cuatro años de crisis económica y el mismísimo Presidente y todo su gabinete han sido asesinados. Los servicios de inteligencia del país están en alerta máxima. La CIA descubre que un ataque terrorista está a punto de producirse y sospecha que ocurrirá en la capital, Washington DC. El hombre que lo ha descubierto y el responsable de detener este ataque es Frank Villa, uno de los mejores agentes de la compañía. Frank es inteligente y despiadado. Pero también adúltero, violento e impulsivo. Ello le lleva a cometer un error que acaba costando millones de almas, dado que finalmente falla en su cometido. El atentado se produce en el centro financiero de Nueva York y las consecuencias van más allá de la pérdida de vidas humanas. La infraestructura económica de Estados Unidos, castigada por este incidente, sufre un duro revés. El país ha quedado más dividido que nunca y en mitad de un clima de desconfianza, racismo, homofobia, crímenes y otros males, La Casa Blanca, con la Presidenta Taylor al frente, exige la cabeza de Frank Villa. Pero al agente se le ha presentado ahora la oportunidad de redimir todos sus pecados y pretende usar para ello todos los medios a su alcance. La pregunta es, ¿qué pasa cuando el remedio es peor que la enfermedad?
Todo esto nos lleva a que Frank Villa se encargará de organizar una unidad clandestina para localizar y ejecutar a las personas responsables del ataque a Nueva York. El problema es que, aunque cuenta con la connivencia del Gobierno, Villa ha elegido a cuatro sujetos muy especiales para llevar a cabo esta tarea. Veremos así, desfilar una panoplia de personajes cuanto menos inquietante. Henry Noon, Paul Berg, Christopher Silver y Cessare Nacamulli, todos ellos condenados a cadena perpetua por cruentos asesinatos, han sido reclutados de una prisión de máxima seguridad e intentarán ahora cumplir la misión de sus vidas. Las tramas políticas también están presentes en el tebeo y personajes mezquinos se mezclan con salvadores imposibles. Por ello, cabe advertir al lector que realmente no hay malos ni buenos, sino que todo se difumina y acaba aconteciendo en función de los intereses creados. Chaykin está inmenso como autor completo, con un guion complicado de digerir para algunos pero sin duda confeccionado de manera muy hábil, en el que no faltan los diálogos soeces, los antihéroes, el humor negro y la sátira. En cuanto al apartado gráfico, su característico trazo (definido, eficiente y detallista) lo impregna todo y dota al cómic de un aura muy atractiva a nivel visual. No en vano, estamos hablando de un veterano narrador con muchos y buenos trabajos a sus espaldas que además fue asistente de titanes del noveno arte como Gil Kane o Neal Adams.

‘Los Estados Divididos de Hysteria’ es una obra madura, diseñada para hacer pensar al lector y mostrar lo que de verdad subyace tras esta democracia capitalista imperante. Es, eso sí, provocadora a sabiendas. Y ello, al tocar ciertos temas, siempre trae conflictos. De hecho, la portada del número cuatro provocó que Image Comics tuviese que emitir un comunicado oficial pidiendo disculpas, ya que muchos lectores se enfadaron porque en ella se mostraba a un hombre de color ahorcado en la calle tras haber sido castrado.
El pánico a lo diferente, la transfobia, el racismo, la obsesión por las armas y básicamente cualquier tipo de violencia, están representados aquí a través de una serie de personajes que ponen el dedo en la llaga de muchos problemas reales pero cuya plasmación sobre el papel no todo el mundo acogió de buen gusto. Sin ir más lejos, mucha gente en Twitter expresó su rechazo hacia el tratamiento de Silver, el personaje transexual del cómic. Hay quien opina que Howard Chaykin no es un autor atrevido, que únicamente busca ofender por ofender. Pero en realidad, siempre con su particular estilo, Chaykin nos cuenta aquí lo que podría llegar a suceder si no despertamos a tiempo y seguimos por determinadas sendas. Por eso, si te ofendes fácilmente por obras de ficción que se atreven a romper esquemas, lo mejor es que leas otra cosa. Claro que entonces estarías perdiéndote un relato crudo y exagerado sobre la sociedad norteamericana el cual intenta ir más allá de lo evidente y que además es uno de los cómics más interesantes de los últimos tiempos. Avisado estás.