El amigo José Manuel Varela trae a La Firma Invitada la historia del hombre llamado Logan antes de que se convirtiese en el mutante salvaje que todos conocemos y amamos: Lobezno.
¿Lobezno? ¿Logan? No creo que haya ningún aficionado a los tebeos que no haya oído hablar del canadiense más famoso de Marvel Comics; tanto en su vertiente de héroe solitario, como en sus andanzas enfundado en licra multicolor y formando equipo con otros mutantes como él. Aún así, hay muchas lagunas en el pasado de Logan, solo hace unos pocos años nos relataron el origen del personaje, conocimos su nombre real y su “nacimiento” en el Universo Marvel (la maravilla de la «retrocontinuidad») por lo que, aunque a todo el mundo le es muy familiar, tiene una “neblina” en su pasado que le aporta ese tono misterioso tan atractivo.
Algo que muchos guionistas han aprovechado para meterlo en las más alocadas aventuras, algunas con mayor fortuna y trascendencia que otras. Lo que sí era común en todas ellas es que ya reconocíamos al héroe, al mutante, al guerrero, etcétera. Pero no así en la historia que nos cuentan Vaughan y Risso, en la que podemos ver por primera vez al hombre. Nos encontramos en Japón, al final de la segunda guerra mundial y Logan ha sido apresado por los japoneses. Aquí no es todavía el “mejor en su trabajo”, no es el mutante que se ha enfrentado a los más poderosos villanos. Es un soldado perdido tras las líneas enemigas, que encuentra algo por lo que vale la pena luchar. Y quizá morir.
Brian K. Vaughan, con otra línea temporal más actual, lleva de vuelta a Logan al lugar donde comenzó esta aventura para enfrentarse a sus fantasmas del pasado y cerrar una herida que llevaba más de sesenta años abierta. Para no desvelar nada más de la trama (es una historia cortita) no avanzaré más detalles, así el lector podrá disfrutar de la historia completamente.
Respecto a los autores, qué decir, un guionista que para mí es sinónimo de calidad, Brian K. Vaughan (Y, el último hombre, Ex Machina, Saga, Paper Girls, The Private Eye) y un artista que domina las tintas y las sombras como pocos, Eduardo Risso (100 balas, Moonshine, Batman) una dupla de gran calidad que difícilmente se podría volver a reunir para un proyecto como este. El guion de Vaughan no pasará a la historia como uno de sus mejores trabajos, pero sin duda nos ofrece un aspecto nuevo con este personaje, algo que tiene mérito con la de páginas que se han escrito con el “enano”. De Risso no puedo decir nada malo ni aunque quiera, porque me enamoran sus líneas y sus manchas de negro; la economía de su trazo y su construcción de las páginas son una maravilla. Lo mejor del tomo con diferencia.

No, no es “Lobezno – Honor”, ni la vigésima historia de Lobezno en Japón; es, en definitiva, un buen tebeo de Lobezno antes de ser Lobezno, un relato de amor, miedo, furia y venganza. La edición, dentro de la línea de Novelas Gráficas Marvel de Panini, incluye la miniserie original de 2008 (Logan 1 a 3 USA) y como bola extra, el primer episodio en (glorioso) blanco y negro para poder saborear el trabajo de Risso. Una buena edición en cartoné con algunos extras como bocetos, páginas descartadas y la propuesta de Vaughan para Marvel con el plot de la novela gráfica.
Artículo escrito por José Manuel Varela