No cabe duda de que Green Arrow es uno de los personajes que están pasando actualmente por un buen momento. Y eso es, en buena parte, gracias a la serie de TV del canal The CW Television Network que en el momento de escribir estas líneas va ya por su quinta temporada y sigue cosechando buenas cifras de audiencias. Al haberse enganchado a ella, de ese modo muchos lectores están descubriendo ahora grandes obras imprescindibles del arquero como la de Mike Grell, la fantástica etapa de Judd Winnick o la celebrada revisión del personaje en los Nuevos 52 con guion del (últimamente muy inspirado) Jeff Lemire y el talentoso artista Andrea Sorrentino. Pero hoy quiero hablaros del cómic que sirvió de inspiración (y fue clave) para la creación de la mencionada adaptación televisiva: Green Arrow, año uno.

Con un formidable tándem como es el formado por el guionista Andy Diggle (al cual homenajean en cierta forma hasta dos veces en la serie de televisión) y el dibujante Jock; es decir, el equipo creativo de «Los Perdedores» (The Losers, en el original) uno podría pensar que, al menos, un mínimo de calidad está garantizada. Y en efecto, así es. Este cómic cumple de sobra tanto a nivel de guion y diálogos como en el apartado gráfico merced al talento de Jock (pseudónimo del artista escocés Mark Simpson).

Año Uno, tiene además un punto a su favor y es el tema de los «orígenes», que suele ser algo que gusta mucho por norma general, ya que el camino del héroe es un tópico recurrente en el género que siempre funciona muy bien. El estilo narrativo de Jock favorece además a este tipo de tramas y brilla especialmente en las escenas de acción. El toque final en este apartado lo aporta el gran trabajo del colorista David Baron (JLA, Planetary) que aporta su experiencia y su buen hacer en esta obra publicada por primera vez en 2007.

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La historia nos cuenta como un joven billonario, algo díscolo y frívolo, que además va de playboy por la vida, tendrá que enfrentarse a diferentes situaciones llenas de peligros hasta encontrar el camino que le llevará a convertirse en el arquero esmeralda defensor de Star City que todos conocemos. Andy Diggle construye una interesante versión de este personaje y lo acerca mucho a lo que sería un vigilante de estas características de existir en la realidad. Es decir, una vez más nos encontramos con algo que hemos visto bastante en los últimos tiempos (con excelentes resultados, dicho sea de paso) que es alejar a los personajes de los estereotipos del género superheroico y acercarlos a una coyuntura más propia del mundo real pero intentando que el personaje no pierda su idiosincracia.

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Se nos presenta pues un Oliver Queen al que, en un principio, no le importa nada ni nadie que no sea el mismo y sus juveniles correrías pero al cual desde el primer momento se le intuye un gran potencial (como se aprecia en sus inquietudes para intentar ayudar a los que menos tienen, su rechazo a la hipocresía de la alta sociedad y su admiración por leyendas como Robin Hood). Traicionado por el que creía su amigo más fiel, es sentenciado a morir en el inmenso océano. Tras sobrevivir de milagro, acaba llegando a una misteriosa isla en la que descubre el sentido de la justicia y perfecciona su habilidad innata con el arco y las flechas, los cuales usará para luchar contra unos despiadados traficantes de opio que además están subyugando a la población nativa. Allí, en la espesura de la jungla, y enfrentado a situaciones límite mientras intenta sobrevivir, nacerá un nuevo héroe: Green Arrow.

El bueno de Andy Diggle (en activo desde 2002 y que ha sido incluso director de una revista como la legendaria 2000AD) se entiende a las mil maravillas con Jock y esa buena química entre ambos se nota cuando lees el cómic, el cual, sin ser una obra maestra ni mucho menos, está bien hecho y entretiene al lector. Año Uno fue concebido para ser una reinterpretación moderna de Green Arrow y muchos de sus elementos (la isla, como nuevo epicentro del mundo de Queen y el lugar dónde se produce la transformación del personaje) y sus personajes (como la fría villana Chien-Na Wein) fueron usados en la serie protagonizada por el joven actor Stephen Amell. En definitiva, una lectura amena para esta novela gráfica no exenta de calidad que gustará especialmente a los fans de dicha serie y que puede hacer que los antiguos fans vuelvan a reencontrarse con uno de los personajes míticos de DC.