Las recomendaciones de lecturas comiqueras para niños suelen estar plagadas a menudo de productos superheroicos protagonizados por personajes famosos de grandes licencias que son adaptados a lectores de determinada edad. No tiene nada de malo, por supuesto, e incluso a veces te encuentras con cosas alucinantes en lo gráfico que además son muy divertidas. Pero la cosa es que a veces se echa de menos que lleguen más tebeos realizados ex profeso para los más peques de la casa que no estén vinculados con ese género, para poder explorar otros senderos y no tener que supeditar dichas lecturas al pijameo. Por eso, cuando te encuentras cosas tan especiales como ‘Claudio y Morino‘, de Adrien Albert, no queda más remedio que levantarse y aplaudir muy fuerte.

Ya os habíamos hablado de estos simpáticos personajes con motivo de la publicación del primer tomo y ahora toca hacer lo propio con el segundo volumen. La historia de los dos personajes continúa por los mismos derroteros de lo visto anteriormente. Todo arranca con los mejores nuevos amigos Morino y Claudio, pasándolo de fábula de vacaciones en la playa. Además, todo indica que el cumpleaños de Morino va a ser el mejor día de todos. Pero las vacaciones no tardan mucho en convertirse en otra loca aventura cuando ese mismo día un pez se come el pie de Claudio (el extraño esqueleto verdoso) y a su vez este pez chico es engullido por otro pez más grande que queda atrapado en las redes de un pesquero. El dislate se apodera de ambos y deciden que deben recuperar el pie a toda costa. Aunque eso signifique entrar de lleno en otra aventura alocada de las suyas.

Así, nuestros dos protagonistas se dirigirán al puerto pesquero de Croquetas de Mar, porque piensan que el barco irá seguro allí para vender el pescado. Como no pueden ir en la caravana, deciden ir andando y ello les llevará a tener encontronazos con gente muy variopinta como animales nudistas o una malhumorada bruja conocida como Tía Chochona (que les abrirá la puerta hacia un viaje onírico revelador). Aunque también recibirán ayuda de seres como, por ejemplo, el Sr. Caracolo; un caracol rosa con bigote que afortunadamente les echará un cable en su periplo hacia el puerto.

Supongo que así contado parece que es un cómic muy complicado para niños, ¿verdad. Pues nada más lejos de la realidad. Estamos ante una obra tan bien realizada que, gracias a su gran sentido del humor (sumamente absurdo de principio a fin) y a que en realidad es una fábula de las de toda la vida sobre la amistad, la confianza y el crecimiento cubierta con una pátina de originalidad, surrealismo y de comicidad, la hacen una lectura increíblemente divertida. Encima, tiene el enorme acierto de que no trata a los niños como idiotas, sino que los respeta como lectores que son. Y quizá por eso sea tan entretenida para un niño y, qué demonios, para los padres también.

Mención aparte para la guasa (y el buen hacer) de la traductora María Serna Aguirre que se toma algunas licencias a la hora de adaptar algunos nombres propios y localizaciones del original en francés para que sea más sencillo (e hilarante) afrontar la lectura de este tebeo para niños en nuestro país. Un segundo tomo este que, pese a continuar la estela del primero, es aún más extravagante y delirante si cabe. Un cómic que además es muy adictivo e ingenioso, ya que tras finalizarlo deja al lector con ganas de más aventuras locas de estos personajes. Y esta es, sin duda, su mayor virtud. Si tienes hijos, sobrinos o simplemente quieres hacer un regalo a pequeños futuros lectores, las peripecias de estas creaciones de Adrien Albert son una magnífica opción a tener en cuenta.