«Si eres culpable, estás muerto»

The Punisher (más conocido como «El castigador» por estos lares) siempre ha sido uno de mis personajes favoritos del mundo del cómic. Curiosamente, comenzó su carrera como enemigo de Spiderman pero ha acabado por convertirse en uno de los héroes más populares del universo Marvel. Con todas los productos y mercadotecnia que hay alrededor del famoso «Castigador» de la Casa de Las Ideas, no podía faltar su incursión en el mundo del videojuego. En mi opinión, ninguno de los otro juegos que existen sobre este personaje han podido superar al arcade que lanzó Capcom en 1993 y que pudimos disfrutar en los salones recreativos de medio mundo.

La compañía nipona nos trajo un juego de esos que tan bien se les daba hacer por aquel entonces, un beat’ em up en la línea de otros de sus grandes títulos como «Cadillacs & Dinosaurs» o «Captain Commando» que tenía modo para dos jugadores ( el segundo jugador manejaba a Nick Furia) y que contaba con todos los elementos típicos del género.

La historia en este tipo de juegos no es muy relevante, pues lo verdaderamente importante es su jugabilidad adictiva y la diversión que proporcionan. Aún así, os diré que estamos en Nueva York, una ciudad que permanentemente sufre las actividades delictivas de Kingpin (el despiadado señor del crimen que tantos quebraderos de cabeza les da siempre a otros héroes como Spiderman o Daredevil) y que sigue haciendo de las suyas y poco a poco comienza a apoderarse de la ciudad con la ayuda de sus esbirros. Ante tamaña situación, Punisher forma equipo con Nick Furia para acabar con los planes de este super-villano. Un «team-up» de super-héroes al estilo de los míticos cómics.

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Como digo, el punto fuerte de este arcade era su gran jugabilidad que enganchaba desde el primer momento. En la línea de otros clásicos de Capcom, manejábamos a uno de los dos personajes para abrirnos paso a golpes entre una caterva de especímenes armados hasta los dientes y poder llegar así hasta Kingpin, el «final boss» de esta recreativa.

En el cámino nos encontraríamos jefes de fase como Bruno Costa o Bonebreaker que no dejarán de enviar a sus gansters, cyborgs, chicas- ninja con katana y demás fauna habitual de estos juegos en un intento de pararnos los pies y evitar que lleguemos a la guarida del orondo criminal. Para deshacernos de ellos podríamos usar desde nuestros puños hasta bates de béisbol, tuberías e incluso un efectivo lanzallamas nos ayudarían a conseguir nuestro objetivo.

la cantidad de armas de podemos usar en este arcade es bastante elevada, y aparte de las mencionadas más arriba tampoco me quiero olvidar de los cuchillos, el martillo, la dinamita o las armas de fuego como el M-16. Podíamos restablecer nuestra barra de energía gracias a comida como pizza o pollos asados, y además recoger diversos ítems como anillos o sacos repletos de monedas de oro, que aumentaban nuestra puntuación.

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Como curiosidad, cuando nos mataban se reproducía una escena en la cual Microchip, el aliado de Punisher en los cómics, intenta reanimarlo en una camilla mientras aparece el contador hacia atrás y los caracteres de «Continue?». Cosas como esta eran bastante frecuentes en los juegos arcade de la época.

Gráficamente, me recuerda bastante a «Captain Commando«, uno de los títulos emblema de la compañía) sobre todo por los escenarios (que en su gran mayoría transcurren en el edificio de Kingpin o en las calles) y al magistral Cadillacs & Dinosaurs por los diseños de algunos personajes. La música no era gran cosa, se limitaba a ejercer de acompañamiento y los efecto de sonido cumplían sin pretensiones.

Para concluir, hay que recordar que la Mega Drive tuvo su propia versión de esta recreativa. Desarrollada por Sculptured Software Inc. (compañía que en aquella época estaba especializada en realizar conversiones de recreativas para consolas domésticas.) bajo la supervisión de Capcom. Esta conversión (limitada lógicamente por el hardware de la 16 bits de Sega) no estaba nada mal. O por lo menos, yo no tengo un mal recuerdo de ella.

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En definitiva, una recreativa bastante buena, quizá no de las más famosas pero un grandísimo arcade que ciertamente nos hizo disfrutar a muchos, y es que entrar en un de aquellos míticos salones recreativos y encontrarnos con un juego de golpes bien hecho, divertido y que nos ponía en la piel de dos de los personajes más carismáticos de Marvel era sin duda una gozada para los amantes del cómic y los videojuegos. Por cierto, ¿Tú de quién eras más, de Frank Castle o Nick Furia? ¡Ah, que tiempos aquellos!