Hoy traigo regresa un juego que al que escribe este texto le marcó profundamente como videojugador. Tengo muchos títulos de Game Boy que se han convertido en favoritos para siempre desde la primera vez que los cartuchos entraron en la consola. Podría haber escogido Gargoyle’s Quest, Batman e incluso Castlevania The Adventure para protagonizar una nueva entrega de la sección dedicada a los pequeños tesoros de consolas portátiles pero, como ya os he hablado en alguna ocasión de ellos, hoy quiero echar la vista atrás para hablaros de un tremendo juegazo que me sigue pareciendo tan bueno hoy día como en aquella época: Shadow Warriors.

Detrás de este nombre con «tufillo» a película noventera, se esconde la adaptación de uno de los clásicos de acción del mundo del videojuego. Os hablo de la saga Ninja Gaiden, que llegó también a la portátil de 8-bits de Nintendo. De la mano de la compañía Tecmo (como no podía ser de otra manera) el letal Ryu Hayabusa desembarcaba en Game Boy en el año 1992 y nos dejaba un excelente título que, pese a su escasa duración y su casi inexistente dificultad, hizo las delicias de muchos fans de los juegos de acción durante aquellos años.

Ryu-HayabusaComo curiosidad, hay que señalar que vio la luz en Japón un año antes bajo el nombre de Ninja Gaiden Shadow pero cuando llegó a territorios PAL cambió a Shadow Warriors. Con una trama de lo más habitual en aquella época, nuestro héroe se enfrentaba a la opresión del malvado de turno y sus esbirros, el cual pretende gobernar a la humanidad usando para ello diversos ingenios bio-mecánicos. Un terrible mal se cierne sobre la poblada ciudad de Nueva York y solo el legendario maestro ninja Ryu Hayabusa puede enfrentarse al maquiavélico tirano. Bajo esta premisa, arranca una vez más otra aventura de este personaje que servidor conoció en aquella mítica recreativa y cuyas andanzas han llegado hasta nuestros días en forma de un extenso número de títulos para diversas plataformas. Recientemente, hemos podido disfrutar de Ninja Gaiden 3 para PS3 y Xbox 360 (que a pesar de perder a esencia de la saga casi por completo no deja de ser un buen juego) y de Ninja Gaiden Sigma Plus para PS Vita, siendo este último una adaptación de aquel fenomenal Ninja Gaiden Black que pudimos disfrutar en la Xbox original.

Volviendo al título que nos ocupa, decir que me tuvo enganchado a la consola durante mucho tiempo. En cuanto al apartado técnico, señalar que era muy completo en todos sus aspectos. Contaba con unos gráficos bastante correctos (obviamente, dentro de las posibilidades de la máquina) y aunque dista mucho de lo que es la franquicia hoy día, sin duda en aquellos años nos tenía encandilados tanto a mi como al resto de mis amigos. Shadow Warriors era un juego de acción en 2D de scroll lateral en el cual teníamos que superar cinco fases hasta llegar al jefe final para poder salvar al mundo. La mayor parte de los elementos clásicos de la saga Ninja Gaiden estaban presentes en este spin-off. La katana como arma definitiva, la magia especial, pociones de salud y un montón de secuaces y artefactos a los que eliminar mientras avanzamos en nuestra misión.

Antes comenté que el juego se me antojaba algo corto y es cierto. Si a ello le sumas que la curva de dificultad brilla por su ausencia, lo más normal es que echándole unas cuantas horas te lo ventilases de una tacada. Si me apuráis, me atrevería a decir que estamos ante el que posiblemente sea el juego más fácil de la saga, la cual (dicho sea de paso) se ha caracterizado en los últimos años precisamente por lo contrario. Una vez que aprendías determinados patrones de los enemigos, avanzar en la aventura se hacía de manera muy «mecánica», sin demasiado esfuerzo si eras capaz de mantener la concentración y la maña.

Pero no desesperéis tan pronto, ya que su gran jugabilidad era un punto muy importante del juego. Y este Shadow Warriors estaba sobrado de ella. Los habituales del género estábamos encantados con este título, ya que manejar a Hayabusa en esta aventura era una gozada. A pesar de que su agilidad se había reducido respecto a otros episodios de la saga (aquí ya no podíamos escalar «rebotando» de pared en pared, por ejemplo) Ryu seguía siendo un personaje veloz y preparado para sortear cientos de plataformas. Eliminando enemigos a espadazo limpio, nuestro amigo ninja contaba también con un gancho de escalada que le permitía acceder a lugares más elevados donde conseguir pociones y esferas de magia; ambos objetos muy útiles para avanzar en el juego y superar las adversidades que se iban presentando. Además, los jefes de final de fase estaban dotados de ese aura tan especial de la época que los hacía «chulescos» y carismáticos. Recuerdo al luchador de wrestling y su manager (todo un incordio, el pequeñín) o al mismismo Emperador Garuda, sin olvidar al cyborg de aspecto insectoide del primer nivel el cual te duraba un suspiro.

Pero si hay algo que no olvidaré jamás es su música. Increíble como era explotada técnicamente la portátil en este aspecto. El juego incluía canciones verdaderamente fantásticas, con pegadizas melodías que se te quedaban en la cabeza aunque no quisieras. Todas las fases tenían su propia canción e incluso molaban las que sonaban entre una y otra. Mención especial para la canción que sonaba al pasarte el juego. Y si pensáis que exagero al alabar tanto este apartado, la prueba de que no me equivoco la tenéis en el siguiente vídeo.

Protagonizado por uno de los ninjas más importantes del mundo de los videojuegos, Tecmo nos dejó una alucinante precuela  del Shadow Warriors de NES (importante matizar que la historia del juego de Game Boy transcurre tres años antes de los hechos que se cuentan en el título aparecido en el sistema de entretenimiento doméstico de Nintendo) y estoy seguro de que no soy el único que la recuerda con cariño.

A día de hoy aún conservo el cartucho y sigo desempolvándolo de vez en cuando como recordatorio de que, antes de los gráficos impactantes, cinemáticas de infarto e intrincadas y complejas tramas, era el verde monocromo de la mejor consola portátil de todos los tiempos el que nos hacía disfrutar de esa magia única que solo un gran videojuego puede ofrecerte.