Imagina que unas prometedoras vacaciones tranquilas en una isla paradisíaca acaban por convertirse en un infierno. Imagina que tras una noche de juerga alocada en un resort isleño de lujo, despiertas y descubres que se ha desatado el holocausto zombie. Imagina que no sabes porqué pero, de la noche a la mañana, cosas muy extrañas suceden en dicha isla y tu única salida por el momento es buscar supervivientes y abrirte paso a base de golpes, disparos y machetazos a través de un complejo turístico que antaño lucía moderno e impecable y ahora está arrasado y repleto de infectados que quieren devorarte.

Pues deja de imaginar porque eso es exactamente lo que sucede en Dead Island, el último título de temática zombie que nos llega de la mano de Koch Media y Deep Silver. Tras aquel ya mítico tráiler que puso en vilo a medio planeta videojueguil con su enorme calidad por fin tenemos entre las manos este divertido (y al mismo tiempo angustioso) juego en el que hordas de zombies hambrientos han invadido la isla de Banoi y nos toca averiguar la razón de ello mientras, armados con lo que tengamos a nuestro alcance, resolvemos algunas otras incógnitas por el camino. Hoy os contaré que tal luce el juego en su versión para Xbox 360, pero recordad que Dead Island también está disponible para PS3 y PC.

Desarrollado por la gente de TechLand, estamos ante un juego de acción en primera persona con tintes de rol y que nos brinda un explosivo cóctel con elementos de juegos como Fallout 3 y la franquicia Left for Dead. Una mezcla de géneros que da como resultado una experiencia jugable tremendante adictiva. Nada más comenzar nuestra odisea por The Royal Palms Resort, nos encontramos con la posibilidad de elegir entre cuatro personajes diferenciados entre sí. Tenemos a un experto en armas de fuego, una chica que se maneja fenomenal con las armas blancas, un tipo brutote cuya pasión son las armas pesadas y un joven experto en armas arrojadizas. A pesar de ello, la premisa básica es conseguir algo con lo que defenderte del ataque de estos adorables hijos de satanás que creen que eres su cena. Además de numerosos, son de esa clase de infectados que corren hacia ti como posesos para golpearte y acabar contigo de una manera sangrienta.

Para ir entrado ya en faena, lo primero que hay que señalar es que técnicamente, a pesar de los bugs que aparecen constantemente en el transcurso del juego, Dead Island cumple con su cometido y nos presenta un extenso mapeado que recorrer con muchas y variadas misiones secundarias que van desde reparar una radio hasta conseguir comida para los supervivientes o encontrar objetos personales que estos han extraviado. Siendo sinceros, realmente la mecánica del juego es ir de A a B y cargarse a todo los caminantes que hallemos en el camino pero pronto nos encontraremos con determinados alicientes que hacen que el juego se transforme en puro vicio.

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El título posee muchos toques de rol como por ejemplo el poder subir de nivel a nuestro personaje y adquirir habilidades. También contamos con la mejora (además de la reparación) de las diferentes armas que tengamos en el equipo. Además, podremos crear nuevas armas con los diferentes objetos que vamos encontrando en nuestro periplo por la isla, así que es muy importante recoger el máximo dinero que podamos, tanto de los enemigos abatidos como de las maletas y bártulos que hay abandonados por todo el mapeado. Muy importante es recoger bebidas energéticas o hacer uso de los botiquines del inventario ya que nuestra salud no se regenera.

Dead Island tiene una grandísima virtud, que es la de mantenernos enganchados a la pantalla del televisor durante las más de 20 horas de duración del título. Es digno de mención lo adictivo y entretenido que es el juego. No quiero olvidarme de mencionar la posibilidad de viajar a un punto a otro de la isla (más bien teletransporte) a través de los mapas situados en zonas estratégicas aunque es mucho más divertido explorar los extensos mapeados de la selva, el complejo turístico y la playa con total libertad. Para ello, se nos brinda la posibilidad de conducir vehículos para desplazarnos, transportar cosas y (lo mejor de todo) atropellar muertos vivientes. Lo cual es todo un acierto, a nivel jugable.

En el apartado gráfico, el juego cumple pero podría haber sido mejorado en muchos aspectos, como en las texturas por ejemplo. Los escenarios son bastante preciosistas y llenos de detalles, con una magnífica paleta de colores y algunos efectos realmente bien conseguidos (como por ejemplo el agua) pero el mayor lastre del juego es sin lugar a dudas la ingente (y frecuente) aparición de todo tipo de imperfecciones técnicas (como popping o clipping) que empañan notablemente este aspecto.

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En cuanto al sonido, decir que tanto las inquietantes melodías como los efectos de sonido han sido cuidados con mimo para dar la mayor ambientación posible al título. Señalar que está traducido al castellano pero no doblado. A estas alturas, huelga decir que donde más puntos gana Dead Island es sin duda alguna en el apartado jugable. La diversión que nos proporciona es lo que hace que merezca la pena este juego. mención aparte merecen los zombies, verdaderos protagonistas del título desarrollado por este estudio polaco. Son numerosos y están cabreados. Nada de torpes caminantes, estos adorables infectados corren hacia ti como posesos para golpearte y acabar contigo de una manera sangrienta. Afortunadamente, podemos contar con la ayuda de nuestros amigos para salir airosos de esta pesadilla, gracias a un fenomenal modo cooperativo que le añade un plus de calidad más al título.

En definitiva, tenemos ante nosotros un título que si bien prometía más de lo que ofrece, el resultado final es bastante bueno. Con Dead Island lo pasaremos de miedo (nunca mejor dicho) recorriendo las distintas zonas de la isla de Banoi. Estamos ante uno de esos juegos que sin ser una maravilla de la técnica, cumple lo que promete y aprueba con nota. Un título que consigue algo que otros incluso parecen olvidar, ya que logra que el jugador se sienta parte de esta pesadilla videojueguil mientras se entretiene. Y eso, en los tiempos que corren, ya es un triunfo.